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003. "Victoria".

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—Hola, Charlie. —lo saludó la rubia y lo abrazó.
—Hola, Charlie. —respondió su padre y besó su frente.

—Hola. —Bella sonrió al verlos. —¿Listo para cenar?
—Sí. —respondió y miró de reojo a Edward. —Sólo seremos... Nosotros tres, ¿verdad?

Edward sonrió al escucharlo y asintió.

—Yo solo vine a dejarlas, así que... Hasta luego. —explicó y bajó los escalones.
—Bien. —susurró Bella sin apartar la vista de él.

—Ah, Bella. —la llamó antes de subir a su auto. —Mis padres querían recordarte del pasaje de avión que recibiste en tu cumpleaños.
—¿Qué pasaje es ese? —Charlie preguntó a la pequeña en un susurro.
—Un pasaje a Florida, para que Bella pueda ver a mamá. —respondió en el mismo tono.
—Eso es muy generoso. —dijo esta vez en voz alta.

—Se vence pronto, hay que usarlo este fin de semana. —le avisó Edward y el jefe gruñó.
—No puedo irme y dejarlo todo. —le dijo Bella rodando los ojos.
Tal vez no puedas verla hasta después de la graduación. —habló con seriedad tanto en su voz como en su mirada.

—Bueno, tal vez no sea mala idea... Salir de aquí un par de días y tal vez distanciarte. —su padre aprovechó la situación.
—Sí, me gustaría ver a mamá. —aceptó y miró a su novio divertida. —Siempre que tú uses el otro pasaje.

—Espera, ¿hay dos paisajes? —murmuró Charlie y volteó a verla. —¿Por qué no llevas a tú hermana?

—Porque tú y yo iremos a ver a Sue y a sus hijos. —respondió Charlotte por ella y el jefe gruñó de nuevo.

—Que bien, eso me hace muy feliz. —suspiró y caminó hacia la patrulla sin mirar al chico.

Charlotte y Bella se despidieron de Edward y entraron al auto antes de que su padre las dejara.

El camino a casa fue silencio, por lo que al llegar la mas chica se encargó de aligerar el ambiente.

Caminó a la sala, dejó su mochila en el suelo y encendió la televisión en el canal de deportes.

—¡Papá, Denver está jugando contra Houston! —gritó y él llegó corriendo a sentarse en el sillón.

—Solo me perdí diez minutos. —celebró y subió el volumen.

—Estaré en mi habitación. —avisó su hermana.
—¿Puedes llevar mi mochila a mi habitación? —le pidió señalando su mochila.
—Claro. —asintió recogiendola del suelo y subió las escaleras apresuradamente.

Eso solo significaba una cosa, Edward ya estaba en su habitación.

La rubia caminó a la cocina, sacó un paquete de palomitas de la alacena y lo metió al microondas.
Después de tres minutos, las sirvió en un bowl y las llevó a la sala junto con una cerveza.

Le Soleil Et La Lune《 Seth Clearwater》Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt