LSELL | Charlotte Swan es una adolescente conocida por su corazón bondadoso y su actitud alegre.
Jamás ha creído realmente en el amor de pareja, sin embargo, su vida se pone patas arriba cuando conoce al nuevo miembro de la manada Quileute.
Seth Cl...
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Las puertas de la enorme casa se abrían y cerraban a cada minuto, los hombres se ocupaban de los detalles finales en el jardín mientras que las chicas estaban encerradas arreglando a la novia.
Alice había recogido a las hermanas a una hora muy temprana, con la simple excusa de que Bella necesitaba una intensa sesión de embellecimiento. Con ayuda de Charlotte, le habían aplicado más de mil mascarillas, cremas faciales —y corporales—, sin olvidar la manicura y pedicura que obviamente ella no había pedido.
—¿No te dije que durmieras? —la regañó Alice al notar que ni con todo su esfuerzo aquellas ojeras habían desaparecido.
—Lo siento, tuve una pesadilla. —respondió la castaña. —Nervios de novia.
—Puedo confirmar eso. —murmuró Charlotte mientras sobaba su estómago. —Me dio una patada y un codazo en las costillas anoche.
—Lleva tres horas quejandose por eso. —la voz de Rosalie las asustó.
—No es cierto. —se defendió Lottie.
Rosalie le sonrió y después miró a Alice. —¿Quieres una mano? Le haré el peinado.
—¿En serio? —preguntó atónita la novia. Rose le sonrió por primera vez con total sinceridad y se puso detrás de ella.
—Mira, no me ofende tu elección de novio...
—Sólo mi total falta de respeto por la mortalidad. —terminó Bella.
—Ajá, exacto. —respondió sonriente.
—¡Bodas! —suspiró la pequeña.
—Pueden unir a todos. —terminó Alice.
El tono pegadizo de aquella canción de comercial comenzó a sonar en el celular de Charlotte. —¡Sonó la alarma, tenemos que continuar! —chilló la duendecilla.
Y sin más, comenzaron a maquillar a la novia.
[...]
—¡Deja de moverte! —se quejó Rosalie.
—¡Tenía que estornudar! —se defendió Charlotte. —¿Querías que te estornudara en la cara?
—¡Charlotte!, ¡Bella! —el grito de Reneé sonó por toda la casa.
—¡Aquí, mamá! —respondió Bella.
Rose terminó de arreglar a la pequeña y dejó que se levantara de la silla.
En cuanto su madre entró a la habitación se cubrió la boca con las manos y chilló de emoción.
—¡Oh, te ves hermosa! —le dijo a la mayor. —¡Oh cariño!, ¡mi maquillaje!
