Capítulo 11: La muerte nos invade

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Vaiolet...

Hemos pasado varios días encerrados en este pueblo. Estoy comenzando a hartarme, sólo quiero estar al lado de mi amado Noah.

Recuerdo perfectamente la noche en que lo conocí en aquel famoso pub de Londres. Tomaba una cerveza con dos compañeras a las cuales no conocía totalmente, pero era mejor que estar sola celebrando el haber egresado de la universidad. Un hombre de rasgos muy marcado junto a una mirada intensa y penetrante entro al lugar, vestido de chaqueta de cuero junto a unos pantalones negros algo ajustados pidió una cerveza oscura como su aura.

No es como que no hubiera visto a hombres con esa pinta antes sólo que el que llegara solo llamo bastante mi atención. Pudo notar mi mirada, intenté despistar, pero no podía dejar de mirarle, tenía algo que me enloquecía. Podría verle toda la noche sin aburrirme, es tan fuerte que lo imaginaba llevándome a cuestas mientras corría por las calles de Camden.

No había nada en mi vida que pudiera distraerme de pensar en mi vacío existencial, en saber que a mi corta edad fui capaz de arrebatarle la vida a un ser humano, en mis problemas con mi padre y la total ausencia de mi madre.

Era muy joven, estaba sola en el país, recién egresada de la facultad, sin saber qué hacer con tanto dinero para mi sola y unirme a la empresa de mi padre no era una opción. El momento perfecto para llenar de placer y adrenalina mi vida junto a este hombre.

─ Es muy mala para despistar señorita─ me dice susurrándome al oído.

─ Y tu muy lento para reaccionar, querido─ le contesto de inmediato sin tratar de hacer contacto visual, pues es muy intimidante una vez lo tienes cerca.

Conversamos un poco el uno del otro. Por supuesto no le iba a contar de mi vida a un desconocido, pero me inspiro confianza y cada vez que analizaba sus gestos algo dentro de mí se entregaba más a la idea de que probablemente el sería mi nuevo acompañante en el camino.

Estábamos demasiado ebrios, el alcohol hizo de las suyas, pero el deseo carnal que sentíamos desde que cruzamos las primeras miradas estaba latente. Me gustaba lo que me hacía sentir así que accedí a viajar con él por el mundo en su motocicleta.

Conocimos toda Europa la cual era la principal razón por la que se encontraba justamente en el mismo pub donde nos conocimos. Era un alma libre viviendo y disfrutando su juventud a como se le viniera en mente.

Hasta que conocí a lo que se dedicaba, siendo hija de un asesino en serie como Evan no lo tomé tan mal, pero no me agradaba el pensarme siendo pareja de un ladrón.

Pero él era la única compañía que tenía en el mundo, Noah jamás había podido tener una relación estable con alguien que pudiera encajar perfectamente en su estilo de vida. Ambos nos necesitábamos mientras que lo que sentíamos el uno por el otro iba creciendo, enfrenté a mi padre por video llamada para decirle que me había enamorado de un ladrón y no me importara lo que el pensase pues era el último que podía juzgarme por ello.

No lo tomo muy bien, pero a pesar de la distancia no dejo de apoyarme económicamente, lo cual nunca lo entendí, pero tampoco lo había sobre analizado. Me enamoré de alguien inestable en el cual sabía que no teníamos mucho futuro, de esa persona con la cual mis minutos de existencia estaban contados, donde jugábamos con el balance de la vida y la muerte, donde las noches de pasión no iban a faltar nunca provenientes de fuertes peleas y discusiones a la luz brillante del sol.

Poco a poco me adentre en un juego sucio donde el verlo feliz era mis más grande placer. Entré en el negocio, nuestras estrategias eran infalibles y utilicé mis encantos para cerrar los mejores tratos. De esta manera sobrevivimos a toda esta catarsis, a esto le llamaba felicidad.

Dulce Sabor InmortalWhere stories live. Discover now