Capítulo 25: La Despedida

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Evan...

Mi madre jugaba conmigo todas las tardes cuando regresaba de la escuela. Cocinaba mi comida favorita, almorzábamos juntos, me daba mis lecciones de piano, nos encantaba la música. Pero todo comenzaba cuando me llevaba a la cama pues llegaba Edward ebrio y la tortura surgía en todas partes.

Le fallé a mi madre tantas veces por mi estúpida cobardía, le tenía mucho miedo a mi padre tanto que hasta llegaba a orinarme en los pantalones tan sólo recordaba su nombre. Teníamos una palabra en clave, ella decía rojo y en mi cabeza pensaba en algún lugar para esconderme en cuanto llegaba ese hombre a nuestro cálido hogar, el cual manchaba de sangre, alcohol y colillas de cigarro.

Mi espalda era su lienzo para quemar su rabia por la vida miserable que él mismo había elegido vivir. Mis cicatrices simbolizan su arte plasmado durante poco más de diez años, hasta que se hizo justicia y lo mantuvieron preso por un tiempo.

Pero tuvo que volver para despojarme de la poca humanidad que abundaba en mi pútrido ser, convirtiéndome en lo que soy, un insignificante y repugnante demonio que lo destruye todo a su paso...

Pude ser un hombre medianamente feliz a lado de la mujer que sentía amar, junto a mi pequeña hija fruto de lo que sea que sentíamos Maia y yo en aquellos ayeres cuando éramos unos simples adolescentes.

Pero no lo fue...

Asesine a la madre de mi hija provocándole un profundo dolor tan fuerte como para arruinar su vida...

No me bastó con destruir la mía...

¡Maldita sea cuando volví a buscarla!

Ni todo el dinero que tengo, poder, lujos, las excentricidades más banales ni la más buena mujer que tengo a mi lado, podrá jamás llenar el vacío que ha dejado Vaiolet en mi con sus palabras y su ausencia.

Me equivoque al creer que lo mejor para ella sería estar lejos de su padre, pues nunca he sido digno de ella...

Nunca he sido digno de nada...

Cuando me di cuenta de toda la mierda por la que había tenido que pasar en mis primeros años de vida, luchaba con mis ganas inmensas de irme a dormir para nunca despertar. Pero cuando conocí a Maia, me atrapó con su inocencia, inundo mi alma con su pureza e ilumino la forma en que veía mi entorno. Sus malos chistes, su torpeza, lo sumisa que era ante mi presencia me envolvió cual loco hasta que un dia supe que no podría separarme de ella, mala decisión, pues fui esa perdición que ella anhelaba adentrarse como en la enorme avalancha oscura que ni ella se imaginaba que se haría cada vez más enorme en cuanto más caíamos el uno con el otro sin un plan determinado de por medio.

Éramos ese par el cual sabíamos muy bien que, al estar juntos, se aproximaba una cuenta regresiva para nuestra propia autodestrucción.

Ella se enamoró de alguien por el cual estaba dispuesta a morir si yo se lo pidiese.

Pero no le pedí autorización, acabé con su vida y falle con la promesa de acompañarla al mismo infierno, en el cual soñábamos fundirnos para la eternidad tentando al dulce sabor de la muerte inmortalizado por los demonios que nos alabarían desde sus tronos muy gustosos por todas las vidas arrebatadas para el disfrute de su peculiar manjar.

No puedo regresar el tiempo, pero puedo acabar con el circulo vicioso, el origen de todos los problemas, el lienzo de los pecados y el disgusto de la vida miserable el saco de mierda que sostiene el polvo de la locura en una mano y una botella de licor para olvidar lo inolvidable.

De un solo movimiento esnifo lo más que puedo, tomo un sorbo de la botella hasta que no hay un fondo. El sonido de toqui dos en la puerta comienza a molestarme. Abro la puerta para encontrarme con una mujer rubia envuelta en sus bellas lágrimas de diamantes que son derramabas por alguien que no vale su tristeza, yo no tengo remedio alguno.

─Evan por favor mírame, no trates de huir de tus problemas, encontraremos una solución, pero por favor necesito que cooperes conmigo, no puedo hacerlo sola─ mis reacciones son un poco más lentas de lo normal pero aun puedo emitir palabra.

─Candela, esta es la vida que yo he decidido tener, gracias por darme los mejores últimos días, juro que no vendré por ti para que puedas tener una vida digna

─ ¿De qué hablas Evan? Yo te... Te amo Evan Black

─El amor más puro no podrá salvarme de mi destino

─No te vayas Evan, haré lo que tú quieras, ¡lo que necesites yo te lo podré dar! Pero por lo más sagrado de este mundo quédate a mi lado hasta que estés mejor

─Yo ya estoy mejor Candy, ya cumpliste con tu misión, déjame ir que yo estaré muy bien─ toco su húmeda mejilla y me observa con esos ojos azules que se derriten y que me imploran que no salga en mi estado a la calle.

─Eres una maravillosa mujer, lo mejor de lo mejor que me ha pasado en años, gracias por aparecer en mi vida─ le intento dar un último beso en la mejilla, pero me jala para poseer mis labios en un beso cargado de una despedida y pasión que está a punto de culminar.

─Quiero salvarte Evan

─Es muy tarde para eso─ termino la conversación colocando un beso corto en sus labios, para seguir mi camino determinante hacia mi auto.

Volteo a la parte trasera, todo está listo, el rifle está cargando, las jeringas y el líquido están intactos. Mi plan saldrá a la perfección.

N/A: Hola mis Killers preciosos, muchas gracias por haber leído hasta este punto la historia. Quiero en verdad agradecerles por todos estos años de seguir capítulo a capítulo esta trilogía de "Dulce Sabor a muerte" estamos a nada de llegar a la recta final, comenten ¿Qué creen que planea hacer Evan con todas estas cosas?

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Dulce Sabor InmortalWhere stories live. Discover now