Capítulo 15: Vaiolet ¿Dónde estas?

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Nicolás

Siento como comienzo a aspirar algo de tierra. Creí enserio que era mi final, nunca sentí venir la muerte de golpe como lo fue hace unos instantes. No puedo creer que Vaiolet intentara matarme, pero por suerte solo fue un roce de su cuchillo en mi pecho.

Tal vez solo de esa manera ella podría salvarme, arriesgando su vida misma. Me siento en la orilla del lago golpeando el suelo.

¡Mierda!

Se suponía que yo debería protegerla esta vez. Reviso mi bolsillo del pantalón para buscar mi celular, la ventaja de que sea resistente al agua.

Intento llamar al celular de Evan, pero la señal es muy poca.

─ ¿Evan puede escucharme?

─ Si, ¿Qué es lo que pasa?

─Se llevaron a Vaiolet, ella me tiro del acantilado y ahora ellos la tienen

─ ¡Mierda Nicolás! ¡Te deje a cargo!

─Ya lo sé, pero eran demasiados hombres contra nosotros

─ Vete a la carretera, enseguida paso a buscarte─ cuelga la llamada, por ahora tengo que averiguar cómo salir de aquí.

Evan

─ ¡Me lleva la mierda! ─ doy un golpe a un mueble del camerino de Candela.

─ ¿Qué sucede?

─¡Tienen a mi hija, Candela! Y lo peor de todo es que no sé dónde puedo buscarla

─Tus contactos... tus amigos ¿no pueden ayudarte?

─No tengo amigos, sólo gente que trabaja para mí, tendré que pedirle ayuda a Noah y su gente, incluso a Mark...

─ ¿Quién es Mark?

─Un idiota pretencioso que no veo hace bastantes años, pero tendremos que volvernos a ver.

─Si veo algo sospechoso te informaré de inmediato─ dice Candela para tratar de tranquilizarme, pero ella de donde podría obtener información de mi hija.

─Gracias─ le doy un corto beso en sus labios para salir en busca del baboso de Nicolás.

Recorro la carretera en mi auto, pero no puedo ver a nadie con esta lluvia. Al fondo se encuentra un hombre manchado de sangre con la ropa rasgada. Paro de inmediato y entra esa persona.

─No sé cómo pudiste ser tan imbécil y dejar que esos hombres se llevaran a Vaiolet, ¿sabes que pueden hacerle mucho daño verdad?

─Yo no soy el que puso en peligro a su hija en primera instancia

─ ¡Te encargué lo más importante en mi vida y así me pagas!

─ ¡Si ella fuese lo más importante en su vida, no la hubiese abandonado en aquel internado! ─ paro el auto de inmediato y golpeo el volante.

─ ¡A la mierda, vuelves a decir otra estupidez y aquí mueres!

─Morir por decir la verdad es una muerte llena de honor─ golpeo el volante mientras grito de la rabia. No puedo aniquilar a este imbécil, no me lo perdonaría Vaiolet nunca.

Llegamos a la casa que era de mis padres para cambiarnos de ropa y hacer unas llamadas para pedir refuerzos, es la hora de avisarle a Noah lo que sucede.

─ ¿Noah?

─Sí, soy yo ¿Quién habla?

─Soy Evan Black, el padre de Vaiolet

─Si, se quién eres ¿Dónde está mi mujer?

─La secuestraron por mi culpa

─ ¡Sabia que no la cuidaría!

─¡Deja de decir estupideces! Y si la quieres ver con vida vendrás acompañado de mis hombres ¿entendido?

─Lo haré por ella

─Llegas esta noche─ termino la llamada y tiro el celular a la cama, paso las manos por mi cabeza de la desesperación. Tienen a lo que más amo en el mundo, la única persona además de Candela, que se preocupa por mi existencia.

─Yo también me preocupaba por ti─ escucho una voz que ha estado torturándome desde su muerte.

─Este no es el momento Maia, vete por favor

─Tampoco era el momento para matarme y lo hiciste─ alzo la vista hasta donde ella se encuentra y su quijada se cae de su mandíbula, quedando completamente deforme y vomitando sangre que llega hasta mis zapatos. Camina hacia a mi lentamente desafiándome.

─Por favor Maia, lo resolveré te lo prometo

─Es mi hija, a ella también le harás daño y morirá por tu culpa, ¡Eres un egoísta Evan!

─No, no es mi culpa lo juro

─Si no fuera por ti, no la estarían buscando, ella morirá y tú serás el responsable

─ ¡La encontraré!

─Morirá como su madre, apuñalada hasta desangrarse observando como su asesino disfruta la agonía de su cuerpo, ¿eso es desconocido para ti Evan?

─ ¡Vete Maia! ¡Déjame! ¡Mierda déjame! ─ siento como unas manos me tocan y me sacuden fuertemente.

─ ¡Señor Evan, tranquilícese! ─ me grita Nicolás mientras se separa de mí y me observa extrañado. Siento que de pronto hace mucho calor en la habitación, estoy sudando a mares. ─ ¿Se encuentra bien? ─.

─Tenemos que encontrar a Vaiolet─

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Dulce Sabor InmortalWhere stories live. Discover now