12. Sueños

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WinterWidow

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Abre los ojos, solo para distinguir un cuerpo al lado suyo abrazando su torso desnudo mientras babea su almohada. Es un chico, ni siquiera sabe quién carajo es. No le importa.

Se levanta del colchón mientras busca con la mirada las pertenencias del muchacho así para cuando él despierte, Bucky pueda decirle que se vista rápidamente y se marche. Tal vez sea descortés, pero ni al caso, no le gusta ser así de "amable" con nadie en particular; desde que Nathaniel no está, no le interesa más nada sino es esperar su muerte.

Tuvo un pasado turbio, es verdad, pero con el tiempo aprendió a sobrellevar el duelo sin olvidarse del todo de él. Se había redimido y había abandonado su posición como Soldado del Invierno luego de que toda esa mierda extraterrestre se esfumara, ahora trataba de sobrevivir paseándose por cualquier lugar en una motocicleta vieja que a cada rato se descompone. Sam venía en ocasiones, Sharon llamaba, incluso Steve, pero nada se sentía igual.

Cuando termino de vestirse, camino hacia el baño y cuando volvió se encontró con que aquel hombre lo esperaba coqueto en la cama con su ropa interior ya puesta. No lo reconocía de ningún lado, tal vez, había estado bajo los efectos de alguna droga cuando lo trajo, quizás, quién sabe.

-Es un lindo día, ¿Verdad?

-Ajá, oye... Necesito que te marches.

Él chico, de cabellos ondulados y rubios lo miró desentendido mientras jugueteaba con las placas militares de James en su cuello. Eso fue todo lo que hizo al soldado reaccionar y acercarse a él.

-¿De dónde sacaste eso?

-Creí que podía usarlas -respondió él sin dejar de lado las miradas lascivias-. Ayer no parecía un problema para ti.

-Devuelve eso a su lugar.

-¿Por qué? Son muy lindas.

-No es una broma, quítatelas y lárgate.

El rubio no parecía entender cuán importantes significaban las placas militares para él porque se levantó de la cama y con una sonrisa divertida comenzó a evadir los movimientos fallidos que hacía James para arrancarselas del cuello.

La situación no era divertida en lo absoluto. Y comenzaba a cansarlo.

No fue hasta que James logró atrapar uno de los brazos de el chico que éste se detuvo; lo empujó para que tropezara y cayera a la cama. El castaño sentía mucha rabia entonces, burbujeando en la boca de su estómago, picando por salir. Lo tomó del cuello mientras se montaba sobre él y gritoneaba sin descanso.

-Son de él, no te pertenecen. ¡No te pertenecen!

Lo último que puede recordar son las débiles manos del chico tratando de safarse de su agarré, todo antes de que escuchara golpes en la puerta y perdiera el conocimiento.

Así que sorpresivamente al despertar, se da cuenta de que la lámpara sobre su cabeza rechina, el aroma a desinfectante alcanza a picar sus fosas nasales y el metal que rodea su brazo humano lo mantiene atado a una mesa.

Vaya, es bueno tener un poco de su problemático pasado de vuelta.

-¿Qué mierda sucede contigo?

Alza la mirada y se encuentra con su ex compañero. Quién lo mira sin poder creer lo que decía el reporte policiaco, con incredulidad. James no responde porque exactamente no sabe cómo hacerlo, no es hasta que Sam le lanza sus placas que por fin se digna a mirarlo.

-¿Era por esto?

-No sabes nada.

-Quisiera poder entenderte, Buck. Casi asesinas a ese hombre por unas placas viejas.

-No son mías.

Sam cree que se ha vuelto loco porque las placas claramente dicen su nombre.

-Mira, no sé qué diablos sucede contigo, tengo a Sharon abogando por tu trasero allá afuera ¿y me estás diciendo que todo esté problema inicio por estás cosas? -así de incrédulo sonaba-, puedes irte a la mierda, Barnes.

Las comisuras de los ojos de Bucky comenzaron a inundarse de lágrimas. ¿A caso nadie lo ve? ¿Por qué actúan como si nada de lo que pasó hubiera pasado? A veces cree que está en un lugar completamente desconocido, rodeado de gente extraña que se hacen llamar "amigos". Le dolía mucho que nadie más entendiera a lo que se refería, estaba harto de ser el único con aquel peso cargando sobre sus hombros. Odiaba mucho la idea de despertar solo en la cama, sin esas piernas largas entrelazándose con las suyas y esas miradas cálidas que gritaban "buenos días". Odiaba todo.

-Por un momento deseé asesinarlo.

Aquella confesión hizo que Sam se interesará aún más y se inclinará sobre la mesa, porque parece no haber escuchado bien.

-Sé que pensar en eso está mal, Sam. Lo sé, pero quería hacerlo -el moreno solo lo observa detenidamente-. Tenía las placas que le obsequie a Nate antes de que los rusos lavaran mi cerebro y el suyo, creí que ya no las tenía y entonces un día llegó y me dijo que recordaba todo, que me recordaba y que le dolía no haber podido hacer nada. Pero yo soy el que lo siente. Porque no pude hacer nada para que se quedará ni tampoco he podido hacer nada para sacarlo de mi cabeza.

-¿Qué? -Sam parecía confundido-, quiero decir, ¿por qué no dijiste nada?

-¿De qué nos serviría ahora que Nate no está?

Entonces, Sam puede observarlo mejor. Las pronunciadas bolsas oscuras bajo los ojos grises de Bucky, sus pómulos pronunciados y ese color extraño que ha tomado su piel. Se ve horrible. Supone que no la ha pasado tan bien como todos creían, y si lo que dice es cierto, hasta podría definir que siente lástima por él.

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