Capítulo 3 // Morir de frío

22.2K 2.1K 829
                                    

Un pequeño rayo de sol que entraba por mi ventana, logró hacerme despertar. Suelo tener el sueño algo pesado, pero últimamente he estado durmiendo muy poco, quizá por el viaje y la ansiedad que me causó saber que volvería a enfrentarme a personas que tuvieron mucho que ver con mi cambio y mi carácter.

Me levanto de mi cama y escucho como esta nuevamente rechina, igual que anoche cuando me acosté. Intento no hacer más ruido ya que la loca pervertida de mi mejor amiga, quiso dormir conmigo hoy.

Camino al baño de mi habitación aún con rastros de sueño en mi sistema, la cama me llamaba, pero sabía que iba a ser complicado volver a dormirme, así que decidí asearme para luego salir y escabullirme en la cocina.

Huele muy bien.

Mi hermano siempre ha sido el mejor cocinero de la familia. Desde que un día nos dejaron solos cuando él tenía diez y yo ocho años, el comenzó a inventar cosas en la cocina mientras veía Rata Touille.

De ahí salió su pasión por la cocina.

—Mmm, ¿ya no quemas la cocina como cuando éramos niños, Justin?— me burló de mí hermano, pero cuando llego a la cocina, no me encuentro con él.

Me encuentro con algo peor.

—No creo que me parezca mucho a tu hermano, ¿o si?— Logan se encontraba de espaldas con lo que suponía que estaba cocinando, mientras que mi mamá se encontraba sentada en una silla, tomando café.

—Buenos días, bella durmiente— soltó una pequeña risa por el comentario que hizo. Abre un brazo para que vaya con ella y no lo pienso dos veces antes de hacerlo.

—La bella durmiente es April, duerme igual que una roca— camino hacia ella para darle un beso en la mejilla como saludo, pero mi mirada no se despegaba de Logan— ¿qué hace él aquí?— le susurro a mamá y ella me lanzó una mirada asesina.

—Harley, es buen amigo de Madison, se quedó aquí anoche y ya, es todo, no es la primera vez que se queda Logan en casa.

—¿No es la primera qué, qué?— la confusión se plasma en mi rostro y antes de que ella pudiera contestarme, escuchamos que su teléfono vibra.

—Denme un segundo, ya regreso, ¿de acuerdo?

Mamá sale de la cocina contestando la llamada, me asomo por un momento en la puerta y noto como sube las escaleras hasta desaparecer por el pasillo con su café en la mano. Veo al castaño que estaba frente a mí nuevamente y muerdo mi labio inferior sintiendo una pizca de nervios.

Tengo dos opciones:

O lanzarme por una ventana y huir de California nuevamente o quedarme aquí con este chico que fué creado por los dioses.

La primera opción sonó muy tentadora, pero me quedé con la segunda.

Decidí enfrentarlo, así que me senté en las sillas altas de la cocina apoyando mis codos en el mesón mientras lo observaba cocinar. Su brazo izquierdo tenía un pequeño tatuaje de una fecha de nacimiento. Supuse que era de su hermana menor, ya que todo el mundo siempre mencionaba que Logran no se despegaba de ella en ningún momento.

—¿Jugamos a la ley del hielo ahora?

Subí los hombros al momento que admiraba un frasco de sal y jugaba con él— no sabía que te quedabas a dormir— hablé por primera vez.

—Tu hermana me lo pidió.

—Excelente, que bueno que no escuché gemidos— susurré lo último.

Este paró con todo lo que hacía para girar parte del cuerpo a mi dirección.

Desde Ese Día ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora