Capítulo 10 // Hipócritas

17.3K 1.8K 677
                                    

LOGAN EVANS

Después de terminar de calmar a Harley, la puse a dormir. De tanto llorar le comenzó a doler la cabeza y no me quedó de otra que darle una pastilla y obligar a que se durmiera.

Salí de su habitación cerrando la puerta con cuidado y al voltearme para caminar a las escaleras, una mano chocó contra mi mejilla fuertemente volteando mi cara.

—¿Crees que soy un juguete, imbécil?

Puse mi mano en mi mejilla acariciandola. Lo que tiene de buena lo tiene de fuerte- Madison no quiero saber nada de ti. Después de lo que le hiciste a Harley no mereces mis respetos ni nada mío.

—No puedo creer que la estés defendiendo, Logan.

—Y yo no puedo creer que seas tan envidiosa con tu propia hermana.

—Se lo merece.

—La hiciste llorar, Madison. Eso no te lo perdonaré.

—¿Por qué la defiendes tanto? ¿Acaso te gusta?

¡No!

¿No?

¡No, claro que no!

—No, pero tampoco dejaré que la trates así.

—Eres un idiota. Hablaré con mi papá para que rompa tratos con el tuyo.

Rodé los ojos— Sabes perfectamente que nuestros padres no meterán asuntos de la empresa en nuestros asuntos personales. Aprende a lidiar con tus problemas sola.

Se puso roja de la rabia— desde que esa niña llegó no has parado de defenderla siempre que hablo de ella ¿Qué te pasa Logan?

—No, ¿Que mierda te pasa a ti? ¿Por qué pagas toda tu rabia con ella?

—Porque no la soporto.

—Yo tampoco te soporto a ti y sin embargo me he quedado contigo— mi tono se volvió frío y las lágrimas amenazaron en salir de sus ojos pero no me importó.

—La vas a pasar muy mal Logan— habló con la voz quebrada y me empujó— ¡Vete de mi maldita casa y no regreses!

—Si regreso no será por ti, Madison— agarré mis cosas.

Ignorando los insultos de Madison. Fuí a mi auto.

Ella no merece ser tratada así, Harley ha pasado por mucho y no creció con ningún reencor. Por alguna extraña razón el corazón se me rompió al verla llorar. No quería que volviera a pasar esto, no iba a permitir que alguien más la hiciera sufrir.

Arranqué a mi casa, y no, no a casa de mis padres. A mí casa propia.

Desde los catorce años fuí muy emprendedor y conseguí todo lo que quería por mi cuenta. No quería depender de mis papás, ni deberles nada. La casa que tengo ahora un tío me la está alquilando y en esto si debo tener algo de ayuda de parte de mis padres.

Mi casa quedaba en una montaña, no estaba tan sola pero tampoco había mucha gente. Las casas vecinas tenían varios metros de distancia para que todas tengan una gran privacidad.

Estacioné mi auto y me bajé. Caminé hasta la entrada y antes de abrir la puerta, la vecina llegó hasta mi reja.

—Hijo mío. Mi gato Carl entró a tu casa por error nuevamente. ¿Serías tan amable de buscarlo, por favor?— la señora René es mi vecina de hace unos meses y sin duda es la mejor vecina que he podido tener. Excepto su gato, ese felino gruñón y malhumorado arruina mis días y cada vez que se mete a mí casa, termino rasguñado por los brazos.

Desde Ese Día ✓Where stories live. Discover now