Capítulo 45 // La fogata

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HARLEY MORGAN

Salimos del hospital hacia los autos estacionados.

Todos caminábamos uno al lado del otros formando una larga línea. Mis hermanos y mis mejores amigos llegaron un rato después que Logan despertó y todos esperamos a que él saliera para irnos juntos.

Miré al castaño que tenía al lado y mi corazón latió desesperadamente como primer el día que lo ví en mi casa cuando regresé a California. Su rostro tenía unas cuantas heridas pequeñas y su labio estaba algo roto, pero a pesar de estar así, me seguía pareciendo el chico más hermoso de todo el mundo.

Miré a nuestros lados; Justin y April estaban riendo de algo que seguramente Justin se habrá burlado, Madison y Diego no se follaban en plena salida del hospital porque no podían, los dos Evans y Derek estaban hablando de un juego que no me importaba en estos momentos y Logan y yo... Pues solo nos dábamos miradas y sonrisas sinceras, como si ellas estuvieran resolviendo todos los problemas que hemos tenido últimamente.

—¿Qué tal te sientes?— rompí el silencio entre nosotros y él me miró.

—Muy bien— me sonrió, su mano soltó la mía y viajó hasta mi cintura para acercarme más a él— pero, tengo una duda.

Lo veo confundida y le pregunté— ¿Cuál?

—¿Tuvo que pasar algo trágico para que pudieras perdonarme?

Reí viéndolo y negué— nunca dije que te perdoné, Logan.

Noté como arrugó las cejas, agarro mi barbilla subiéndo más mi rostro y atrapó mis labios en un beso tierno, el cuál correspondí en seguida— Si no me has perdonado, ¿Por qué me seguiste ese beso?

Mordí mi labio inferior sonriendo— eso no significa nada.

—¿Ah no?— se acerca a mí oído y su aliento chocó con este— Pues cuando estemos en la cama desnudos, todo tu reencor sé irá por completo.

Abrí mis ojos y reí nerviosa— ¡Logan!— le pegué en una parte del brazo dónde sabía que no estaba lastimado y éste rió victoriosamente.

Extrañaba escuchar su risa, su voz diciéndome algo tierno y luego algo perverso, extrañaba sus besos, sus caricias, esa seguridad que le irradia a todos, lo extrañaba a él y me iba a morir si no lo tenía de nuevo a mi lado.

—¡Chicos! ¡Dejen los besos para después y vámonos!— Derek nos gritó desde su auto, nos habíamos quedado atrás y ni si quiera nos dimos cuenta.

—¡Ya vamos!— los dos nos miramos una última vez y reímos mientras caminábamos al carro de Derek con nuestras manos entrelazadas.

[Una semana y tres días después]

—¡Mamá!— escuché el grito de mi hermana desde su habitación— ¿¡En dónde está mi suéter azúl!?

—Debe estar ahí Madison— mi mamá comenzó a subir las escaleras y justo cuando yo iba saliendo, me la encontré— oh, ¿Ya estás lista, hija? Tu hermano las está esperando en el carro.

—Si, lo sé mamá— sonreí y vimos una caja caerse de las manos de Madison.

—¿Madison? Cariño, ¿Por qué llevas tantas maletas? Es un campamento, no una pasarela.

—Por eso mismo, mamá ¿No sabes cuántos mosquitos hay allá?— niega— no encuentro mi suéter azúl.

—El suéter de Diego, ¿Querrás decir?— le dijo y reí en silencio.

Ella asintió— si si, de quién sea, no lo encuentro.

—¿Ya buscaste en el armario?

—Sí, y no está.

Desde Ese Día ✓Where stories live. Discover now