Ryan es un restaurador de arte, huraño, solitario. Un dulce accidente lo cruza con ella.
Carly es una pastelera vivaz y divertida.
Cuando ambos se conocen se sienten inevitablemente atraídos.
Sin darse cuenta él restaurara la confianza pérdida...
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Carly dio un pequeño sobresalto cuando él cerro la puerta. Se quedó en silencio sentada en la cama durante varios minutos, aunque después descubriría que había sido una hora entera. La primer palabra que se le venía a la cabeza era desolación. No sentía más que un océano de desolación y soledad. El había sido como una isla desierta, ella había estado pérdida sin saber que lo estaba hasta que finalmente lo había encontrado a él. Una isla paradisíaca, con palmeras para dar sombra y cocos, un arrecife que la abastecía y vegetación para armarse un refugio seguro. Y ahora que no estaba se sentía nuevamente a la deriva. La soledad se extendía desde todas las direcciones sin poder hacer nada más que observar como la tormenta había arrasado la isla donde se encontraba segura y protegida. Algo dentro suyo sentía familiar ese sentimiento de pérdida, como si fuera posible que ya lo había perdido una vez; pero extrañamente no quería sentirlo nuevamente. El enojo fue como un bote salvavidas que llegó a rescatarla y con furia inusitada llamo a la única persona que necesitaba.
Megan podría ayudarla a deshacerse de ese horrible sentimiento de pérdida, volvería todo a la normalidad cuando ella estuviera a su lado.
Abrió la cortina cuando escucho un auto estacionarse en su vereda, frunció las cejas al ver el auto de Ryan y luego las Levantó cuando Megan bajo del auto. Abrió la puerta rápidamente.
— ¿Que haces con el auto de Ryan?
— Me pido que se lo tenga hasta mañana que iré a dejarlo en sus casa. ¿Estas bien? — pregunto al ver su rostro lívido.
— ¿Que hacías con él?
— Estaba con Shaun preparando las cosas para su viaje cuando llegó a su casa una hora antes de lo previsto.
— Se fue de aquí como alma que lleva el diablo. — Dijo tranquilamente.
— ¿Como estas? ¿Que paso? — Megan fue a la cocina a preparar un té.
— Tuvimos una discusión, creo que se acabó. — Ella se sentó mientras su amiga batallaba en la cocina.
— ¿Por qué estás tan segura? — Murmuró Megan suspirando.
— Me dijo que me amaba. — Ella frunció el ceño, no había querido decir eso, simplemente salió de sus labios sin pensarlo.
— ¿Que le respondiste?
— Nada. — Miró a su amiga con los ojos abiertos. — Me pregunto si quería ir con él a los Alpes y cuando le dije que no me salió con que ya había comprado el boleto.
— ¿Por qué no?
— ¿Por qué no que? — Carly se levantó y abrió el frigorífico, saco una bandeja con bombones y comió uno.
