Capítulo 18

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-¡Sasuke! –grito al verlo alejándose entre la maleza de los árboles -¡Sasuke, vuelve!

Corrió tan fuerte como pudo, víctima de esos ataques de adrenalina que te poseen cuando alguien que quieres está en peligro y en pocos segundos sintió casi como si sus pies no tocaran el piso.

La zona de las cabañas era privada pero aun así había límites para cada cabaña y si Sasuke entraba en otra casa podría encontrarse con perros guardianes, animales salvajes o algún psicópata que le quisiera hacer daño.

No permitiría que lo tocaran.

Siguió corriendo hasta que su corazón ya no pudo más, sorprendentemente quedó justo en frente de la barda que separaba el terreno del otro, ¿Sasuke la habría cruzado?

Sí, lo que Sasuke quería era escapar de él.

-¡¿Sasuke, dónde estás?! –gritó, escuchando unos ladridos salvajes responderle y después un grito, el grito de Sasuke.

Saltó la barda, importándole poco los problemas en que se podía meter, tenía que salvarlo.

Lo vio a pocos metros tirado sobre la tierra y divisó más lejos una sombra corriendo hacía él, acercándosele.

-¡Sasuke! –él voltea lentamente y entonces él se da cuenta de sus ojos vidriosos e hinchados, su nariz y mejillas rojas y lágrimas secas en sus mejillas, estaba llorando.

Lo había hecho llorar.

Llegó a su lado y lo abrazó fuertemente.

-¿Qué te ha pasado, cariño?

-Creo que me torcí el tobillo –tiembla entre sus brazos, mientras ambos sienten los pasos acercarse más.

-No voy a dejar que nadie te haga daño –le dice.

-De eso te encargas tu solo, ¿verdad? No necesitas de nadie para hacerme sentir miserable.

Algo dentro de Naruto da un buen tirón, como si le estuvieran machacando el corazón y el sentimiento de culpa lo consume entero, provocándole ganas de llorar también.

- Sasu...

-¿Quiénes son ustedes, y que hacen en mi propiedad? Este es un espacio privado, tienen suerte que los perros tuvieran cadenas –el hombre frente a ellos miraba con odio a Naruto, era mucho más bajo que él... pero si se lo proponía podía matarlo a golpes.

-Lo siento señor, yo... yo me perdí y mi esposo solo estaba acompañándome, pensé que podría pedirle indicaciones, pero él –lo volteó a ver, Sasuke lo miraba con los ojos muy abiertos.- él se ha torcido el pie.

-Llamaría a la policía si no fuera por el chico, ¿Cuántos años tienes pequeño, 18?-le preguntó a Sasuke, luego habló con Naruto- Más le vale que no lo traiga por la fuerza ¿Te han hecho daño? –Sasuke negó con la cabeza rápidamente.- Puedes decirme la verdad, no temas.

-Tengo 25 años, señor –musitó bajito- Menma es mi esposo y todo lo que le ha dicho es verdad, estábamos buscando ayuda y yo me he torcido el pie.

-Bien –dijo, luego se dirigió al rubio - No te quiero volver a ver aquí ¿entendido?

Asintió e intentó ayudar a Sasuke a ponerse de pie, pero él lanzó un gemido e instantáneamente se llevó la mano al tobillo.

-Me duele –chilló.

-Está bien, relájate –tocó su piel buscando alguna parte rota, pero no había- Gracias a Dios el hueso no está roto, pero debes descansar unos días al menos.

Tomó su cintura y después sus piernas y lo cargó tal y como a un bebé.

Se alejaron a paso lento, mientras Naruto veía como él todavía contenía algunas lágrimas, quiso cortarse las venas ahí mismo, nunca le había gustado ver a las personas llorar, mucho menos cuando él provocaba las lágrimas... Sasuke no merecía todo esto que había pasado.

Después de entrar a la cabaña, Naruto subió las escaleras y lo dejó sobre la cama.

-Voy a traerte un poco de hielo, cariño –se estaba alejando cuando él tomó su mano.

-No me dejes solo –susurró con la voz quebrada.

-Solo voy a bajar a la cocina, nene.

-No necesito el hielo, quédate aquí conmigo.

Él se puso de rodillas al lado de él y besó su mano.

-Perdóname –murmuró con la mirada baja.

- Menma...

-¿Sí?

-Mírame –Naruto subió la cara, conectando sus ojos con los de él, que aún se encontraban húmedos.- Cuando amas a alguien, perdonas todos sus errores.

-¿Todos? –repitió él, imaginando en un futuro, ¿Él lo perdonaría cuando le dijera que le había mentido? ¿Que era Naruto, y no Menma?

-Cada uno de ellos, ¿Me perdonas por haberte dicho que te odiaba?

Él sonrió, el chico era una ternura.

-Oh precioso –gimió conteniendo un sollozo- No tengo nada que perdonarte.

Subió encima de él empezando a besarlo y acariciando su cuerpo mientras apartaban sus ropas instantáneamente, entregándose y fundiéndose el uno con el otro...

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¿Qué tal les pareció el capítulo? 

Muchas gracias por leer 

Hasta el próximo capítulo 

EL FARSANTE -NARUSASU-Where stories live. Discover now