Es mío

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El mundo era una caja de sorpresas o eso era al menos lo que creía Hades, porque aunque sus sospechas solo quedaban en sospechas, nunca pensó que estuviera tan acertado esta vez. Y su propio hermano era el protagonista.

-¿Y bien? ¿Quién de los dos empieza?- Hades estaba mortalmente serio.

Rodrigo bajó la cabeza y apretó los puños tensando su cuerpo como todo lobo joven ante un alfa que parecía molesto. Una mano que se posó en su hombro lo reconfortó a pesar de que el dueño de esta no lo estuviera mirando. Leoxi lo envolvió con su olor sin importarle su estaba delante de su alfa y la madre del lobo joven. Si debía defenderlo lo haría pero no permitiría que fuera regañado o golpeado.

Rodrigo era suyo

Nebraska ante la densa escena suspiró y agarró a Hades de la muñeca. Así no llegarían a ningún lado y lo menos que ella quería era una pelea familiar.

-Amor, ven un momento conmigo- y antes de que Hades pudiera protestar la loba ya lo arrastraba hacia la puerta.

Nebraska abrió la puerta pero en vez de salir ella empujó a Hades con su pequeño cuerpo y lo sacó.

-Déjame tratar con esto y después te lo dejo a ti. Estás poniéndolos nerviosos y estás estresando a mi hijo- ella le lanzó un beso antes de cerrar la puerta en su nariz poniendo el seguro del otro lado.

Hades se quedó estupefacto ante esto. Lo había botado de su propio estudio. Dos lobos que pasaban por allí y que habían presenciado la escena solo tenían la boca abierta. Todos sabían que su alfa estaba dominado por su reina y que ella era la que tenía los pantalones pero que hasta lo hubiera botado de su propio estudio era algo bastante notable.

-Ni una sola palabra- les gruñó a los dos lobos que después de asentir salieron corriendo.

Quiso replicar y tirar la puerta abajo. Estaban hablando de su hermano y su hijo mayor adoptivo. No tenían relación sanguínea y eso tampoco era un problema entre los lobos pero aun así. No era que estuviera en contra de su relación es que la diferencia de edad era tan grande por Dios, ni siquiera él y su esposa, al menos ella tenía el doble de la edad de su hijo.

Pero entonces recordó a cierta cachorra detrás de cierto lobo que era incluso mayor que él y se llevó la mano al rostro. Definitivamente era un mal de familia. Al menos los más jóvenes habían cumplido su mayoría de edad y ya no eran cachorros. Con Priscila no era tanto así aunque fisionómicamente su hija ya era una adulta con casi la edad de tener su primer celo.

Su primer celo.

Gruñó apretando los dientes. Si Layan le ponía las manos encima sin su consentimiento de seguro lo mataría. Priscila era su princesa y para ella lo mejor, aunque entre todos lobos Layan significaba lo mejor, primero muerto antes de que este lo llamara suegro.

Cerró los ojos intentando calmarse. Ese día le estaba dando dolores de cabeza. Recostó su espalda contra la puerta y solo que quedó esperar a que su esposa lidiara con lo que estuviera ocurriendo adentro. Sería divertido mostrarle otra vez quien era el alfa de la manada, en la noche y dentro de las paredes de su habitación.

Nebraska volvió al sofá y se sentó frente a la pareja y los enfocó seria. Leoxi y Rodrigo no sabían si era más fácil tratar con el alfa o con la reina, cualquiera de los dos como que podían ser bastante complicados.

-A ver, comiencen a hablar- su tonó inesperadamente tranquilo- No los juzgaré, sé qué hace tiempo había algo que venía formándose entre ustedes pero me gustaría saber hasta dónde quieren llegar-

Leoxi pestañeó varias veces. Pensaba que lo había mantenido en secreto todo este tiempo pero al parecer se había equivocado. Agarró con fuerza una mano de Rodrigo entre la suya y habló serio.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora