Visitas inesperadas

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Ante el fuerte gruñido que hizo temblar todo el piso Priscila pestañeó varias veces y alzó una ceja. Vaya, esto era nuevo.

-¿Layan, de seguro te sientes bien? Estás muy extraño hoy- cruzó los brazos delante de su pecho- Y no me gruñas así, estoy a tu lado, no del otro lado de la manada-

El alfa se giró con el ceño fruncido y la punta de sus colmillos sobresaliendo del borde de sus labios.

-¿Para que necesitas a Litus?-

-No es tu problema- ella inclinó la cabeza- ¿Qué, ahora vas a hacer el papel de pareja celosa? Porque la verdad no te pega. No te importó que antes estuviera cerca de otros machos, no veo ahora porque te moleste, además de que si necesito a Litus es para algo importante-

Las palabras de ella hicieron que los ojos de Layan tomaran lentamente una coloración amarillenta.

-No tientes mi paciencia Priscila. Dime qué necesidad tiene Litus de dejar su manada para venir aquí-

Ella resopló y se echó el cabello hacia atrás.

-La verdad es que mucha y más después de lo que tengo que decirle. No insistas no te voy a decir-

-No sabía que tenías ese tipo de confianza con él-

El rostro de Priscila se ensombreció y Layan supo que quizás había hablado de más.

-Si es lo que te estás imaginado espero que descartes el pensamiento lo más pronto posible porque no lo pienso tolerar- su voz era grave, tres guardias que pasaban por allí dieron media vuelta para no pasar cerca de la densa atmósfera entre el alfa y la que todos pensaban que quería su futura reina- Litus fue el encargado de cuidarme todos los años que estuve congelada y es uno de los que más puede ayudarme con mis poderes. No tengo sentimientos románticos por muy alfa y atractivo que sea-

-No pretendía...-Layan intentó aminorar la tensión después de suspirar pero fue interrumpido.

-Alfa te voy a hacer una pregunta y me gustaría que me la respondieras- los ojos plateados de ella eran casi lumínicos y lo enfocaban directamente a él- Acaso parezco una hembra fácil-

Layan se quedó quieto, sin moverse, sin hablar. Concentrándose para respirar. No, claro que no. Priscila no era una loba fácil. Con su cuerpo, belleza y poder pudiera tener a quien quisiera. Pero no, ella solo lo había estado persiguiendo a él y con bastante insistencia. Él era el estúpido que no se había dado cuenta a tiempo.

Negó con la cabeza lentamente.

-Qué bueno que lo tengas claro. Al único lobo que he permitido tocarme, lamerme, besarme, morderme es a ti o acaso no recuerdas lo que me haces todas las noches. Lo que le hiciste ayer-

Había escuchado la historia de parte de Victore, de la separación del lado salvaje y el consiente de Layan pero se negaba a pensar que el lobo no recordara absolutamente nada de lo que le hacía todas las noches dejándola exhausta en la cama, aun si no llegaban al final. Y para su sorpresa el rostro que puso Layan la descolocó.

-¿Qué fue lo que dijiste?- el alfa no era iluso, algo debía pasar para justificar que despertara con el olor de Priscila entre sus brazos y dedos, con el sabor de ella en su boca, pero de ahí a lo que ella estaba diciendo...

Los brazos de Priscila cayeron a cada lado de su cuerpo.

-¿En serio no recuerdas nada?- comenzó a avanzar hacia él y Layan con lo confundido que estaba ahora con aquella pregunta lo que hizo fue retroceder- ¿Realmente no recuerdas como me tocas, lo que me haces? ¿Cómo ayer fuiste muy insistente y no me dejaste salir del cuarto? ¿Qué te acostaste arriba de mí en tu forma animal, que casi me destrizas la espalda? ¿De nada de eso te acuerdas?

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora