Lobo muerto

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Si, la estaba retando. Esa persona estaba jugando con ella. Pero no más.

Priscila se giró rápido hacia el cuarto y buscó dentro del bolsillo de su pantalón aquello que le habían regalado para suprimir el celo. Al menos si estaba afuera estaría a salvo temporalmente. No quería que nadie más tocara su nuca, solo Layan y para eso tenía que tomar medidas extremas.

Tocó esa zona. La cuidaría a toda costa porque ella era de Layan. Así que sin dudarlo tomó la píldora y la tragó.

Extrañamente no sucedió nada. Bueno, eso era positivo. Así que no lo pensó más y volvió a la ventana y efectivamente esa persona estaba aún allí y notando que ella lo iba a seguir se mandó a correr.

-Ni pienses que escaparás tan rápido- ella gruñó y se lanzó desde aquella altura terminando en el suelo en su forma lobuna. Sus huesos crujieron ante el impacto más ella no le prestó atención.

Esta vez no se le escaparía.

Así que cerró sus ojos y se concentró. Lo más sensato era utilizar el poder de su padre. Moverse tan rápido que era imposible de seguir con la vista, solo que eso era un arma de doble filo y más para ella. Aun recordaba cómo se había casi partido la nariz y no había tenido tiempo de entrenarlo. Quizás era buen momento para empezar.

Así que enfocó todos sus sentidos en aquel lobo que corría notando que se movía con rapidez, pero no sería como la de ella. Y en cuanto abrió los ojos se vio desplazándose como el aire y aterrizando forzosamente y utilizando toda la fuerza de sus patas para detenerse delante del lobo cortándole el camino.

Solo habían sido unos segundos pero se habían alejado del castillo lo suficiente para que no fueran visibles ellos, pero Priscila estaba segura que ante cualquier irregularidad estarían los guardias de Layan allí. Y si el lobo aparecía ella podría llegar a tener sus poderes anulados y ponerlo en peligro a él.

-Así que me atrapaste preciosa- el lobo se enderezó y sonrió.

Priscila recuperó su forma humana y lo encaró aun manteniendo sus garras y colmillos latentes. Su madre la había enseñado bien a defenderse en sus dos formas e increíblemente esta era una de las más letales.

-Antoin- gruñó-No, Liam-

El nombrado comenzó a carcajearse hasta doblarse del estómago.

-Loba estúpida, le dijo. Te demoraste bastante, pero me parece que te volviste a equivocar- el lobo alzó sus cejas con una mueca desfigurada en su rostro- Si soy Liam, pero no estoy realmente aquí- dejó a la vista sus colmillos.

Priscila frunció el ceño.

-¿Qué demonios estás...?-

-Por qué me hablas así preciosa- la voz de Liam ahora no veía del lobo, más bien, los ojos de este se habían quedado en blanco de momento- ¿Estás molesta porque volviste a fallar?- Liam volvía a hablarle en su cabeza.

Priscila abrió los ojos y se petrificó.

¿Qué era esto? ¿Antoin también era solo una marioneta? ¿Entonces...?

-¿Entonces crees que el hermano pequeño de este lobo es mi recipiente actual- Antoin volvió a hablar controlado por Liam- No mi hermosa loba. Creo que tienes que pensar un poco más pero antes quiero jugar un poco más contigo- sonrió

Y fue en ese momento que Priscila sintió un dolor inmenso en su estómago que la hizo caer de rodillas al suelo y jadear para no gritar. ¿Qué era eso? Alzó la mirada y Antoin la miró desde arriba y se arrodilló delante de ella. La agarró del cabello y mantuvo su cabeza alzada. Priscila sudaba frío ante las oleadas de dolor que apenas la dejaron respirar.

Antoin...no Liam lamió su mejilla y eso fue más de lo que Priscila pudo resistir. Sus ojos se volvieron palta fundida y un destello rojo resonó al lado de ella y después un halo de fuego fue en dirección al lobo que se apartó rápido. El fuego se estrelló contra el fuego y se difuminó.

Pero este no fue tan rápido como para evitar que cuando mirara hacia abajo los pies de él estuvieran congelados. Priscila sonrió de lado como pudo intentando levantarse, pero apenas podía moverse. Acaso eso era consecuencia de la píldora.

-Estás jugando sucio mi loba- la voz de Liam resonó en su mente de nuevo mientras el cuerpo de Antoin caía hacia adelante como un muñeco- Te lo dije, no estoy en él, solo es un muñeco- se rio- te lo dije, estoy más cerca de lo que crees y aun así buscas tan lejos. Todavía tienes mucho que aprender-

Algo golpeó tan duro su cabeza de pronto que su cuerpo se estrelló en el suelo. La sangre pronto empaño su mirada bajando por su cabeza. Y su conciencia se desvaneció solo permitiéndole ver que además de Antoin había otro par de piernas de otra persona.

***

Había un intenso olor a sangre. Muy fuerte y penetrante, que aturdía todos sus sentidos. El dolor de su cabeza era tal que apenas podía percibir si estaba despierta o no. Maldijo y ordenó a su cuerpo a reaccionar sin mucho resultado.

La había atacado por detrás, pero quién había sido. No era el cachorro, Antoin era solo una marioneta, entonces.

Gimió y se removió sintiendo algo cálido y húmedo contra ella. Pero para nada reconfortante. Abrió los ojos de golpe.

Rojo, todo era rojo, su alrededor, su cuerpo, sus manos.

Se sentó de golpe obviando la fuerte pulsada que le hizo cerrar los ojos un segundo y sentir como su propia sangre caliente se desplazaba por su sien. Pero lo que más le preocupaba era la escena delante de ella. Tragó en seco...

Antoin...estaba a su lado...muerto.

Y el cuerpo de ella estaba lleno de sangre del lobo. Sus manos aun con sus garras afuera estaban empapadas en sangre. Había una enorme y profunda herida en el pecho del lobo y no se movía.

Estaba muerto...estaba muerto...¿Ella lo había matado?

No, no podía haberlo hecho. Había sido golpeada, pero entonces como le explicaba eso al alfa que estaba llegando con su comandante y al menos cinco guardias más. Porque ella estaba en plena escena, con sus garras afuera y con la sangre del lobo sobre él.

Layan se detuvo en seco ante aquello y miró de Priscila al cuerpo del lobo muerto. Su rostro era indescifrable. Pero ella no se quedaría así simplemente para ser acusada. Estaba convencida que no había sido ella. Ni siquiera estando inconsciente su cuerpo era fácil de controlarlo. Si Layan no le creía eso significaba que realmente no confiaba en ella.

Así que se levantó a pesar de la sangre en su cuerpo y lo miró seria.

-Yo no lo maté- su mirada se encontró con la del alfa.

Hubo un pequeño laxo de tiempo en los que nadie se movió, nadie habló, nadie respiró hasta que...

-Priscila, te dije que no salieras del castillo- las palabras del alfa fue una puñalada directa al pecho de ella. Layan suspiró y pasó por su lado quitándose la camisa y poniéndosela sobre los hombros- Quédate con Victore y no te muevas, hablaremos después de esto- y se arrodilló para analizar el cadáver.

Priscila giró levemente la cabeza y miró a Layan. Su rostro era un bloque total de hielo. Así que él creía que lo había matado, así era como la había mirado. Quiso bufar de ironía. Capaz que la acusaran de todos los asesinatos de la manada.

Monstruo.

La palabra vino otra vez a su mente. Quizás ellos tendrían razón.

No había podido capturar a Liam, ahora todo volvía a enredarse y quedarse desde cero y ella aparecía al lado de un lobo muerto y portando su sangre sobre ella.

-Yo no lo maté- volvió a repetir con la mirada hacia adelante, pero más para ella que para los demás que no se atrevían a mirarla. Pero no recibió respuesta.

Está bien...ella lo entendía.

Y la tela de la camisa de Layan cayó en el suelo mientras el cuerpo de Priscila se desvaneció de allí.

Actualizacion doble

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Where stories live. Discover now