Sonrisa real

17.2K 2K 430
                                    

Layan era posesivo. Mucho más de lo que aparentaba. Era como un niño con su primer juguete y no lo podía evitar. Era un alfa, pero sobre todo era un alfa.

Entonces...

Que saliera al patio y se encontrara a la loba que supuestamente lo declarara como suyo porque el destino así lo dictaba, sentada a horcajadas sobre su beta. Y de paso, inclinada sobre este como que no era la imagen más agradable para él.

Y por supuesto.

La bestia dentro de él salió a la luz y no hizo nada para detenerla.

-PRISCILA- le gruñó posesivamente, tan fuerte que los cristales de las ventanas del castillo se estremecieron.

La nombrada que de paso le daba la espalda se enderezó ligeramente y miró por encima del hombro. Había un brillo inusual en sus ojos y su sonrisa no parecía tan falsa.

-Layan- mostró aún más sus blancos dientes donde sus colmillos estaban muy marcados.

Kei, debajo de ella, alzó un poco su cabeza y fue entonces que Layan pudo visualizar mejor la situación enfriando un poco su mente. Si, la loba estaba sentada sobre él, pero las manos de ella enterraban sus garras en el antebrazo del beta que se defendía el pecho con una mano mientras con la otra maniobraba para sacársela de encima. Ambos tenían tantos rasguños en sus cuerpos y moretones que parecían que habían estado cayendo de un precipicio.

El cerró los ojos y se pasó la mano por el rostro. Había malinterpretado sus posiciones. Ellos no estaban...intimando. Simplemente era un entrenamiento y conociendo esos entrenamientos por parte de su beta era normal que estuvieran así. Ya entendía lo que le había dicho el guardia que lo había ido a buscar.

-¿Sé puede saber cómo demonios llegaron a ese estado?- suspiró y sus hombros bajaron. No supo por qué pero de cierta forma sintió alivio y fue cuando reaccionó.

Acaso eso habían sido celos. Apretó los labios ante esto. Hasta el momento Priscila parecía un moco pegado a su cuerpo todo el maldito tiempo, incluyendo sus horas de sueño. Pero solo con pensar que ella estaría al lado de alguien fue como que cada célula de su cuerpo vibró reclamándola.

Sintió un picor en sus colmillos. La marca en el cuello de la loba lo llamaba y simplemente la idea de enterrarlos hasta la base lo hacía salivar.

Y después qué...

-¿Layan, qué ocurre?- Priscila con un ojo casi morado, sangre saliendo por el borde de su labio roto y una marca muy oscura en su cuello le preguntó al notar que este se había quedado congelado con la mirada perdida.

Pero ella no recibió respuesta. En cambio se vio alzada y un pie terminó enterrado en su estómago y lanzada a cuatro metros de distancia. El sonido hizo que soltara un gemido agudo que despertó al lobo de sus últimamente acostumbradas divagaciones internas.

-Kei- reprendió al beta. EL lobo no siquiera se estaba conteniendo para golpear a Priscila- Acaso quieres matarla. Es una loba, no los brutos que entrenas-

Bajó las escaleras y casi corrió hacia ella que se había quedado jadeando en el suelo con los ojos cerrados. Había una presión en su pecho. Siempre la había visto con total grandeza, ni siquiera había dicho nada cuando su hermana la mordió.

Si había llorado pero palabras textuales de ella, eso lo había fingido.

-Priscila- se arrodilló a su lado con el ceño fruncido. Quizás hubiera sido mejor fortalecerla primero antes de entregarla en bandeja la bestia de su beta.

-Alfa, creo que está malinterpretando algo, otra vez- Kei se quedó sentado en el lugar sacudiendo las hojas de su cabello rubio que había crecido hasta rozar la nuca y peinaba hacia atrás, aunque ahora era un desastre total- ella es la que me estaba haciendo daño a mí-

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora