Hijo de omega /maraton 3

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-Escúchame Priscila- decía la loba de ojos violáceos mientras cargaba a su cachorra en sus regazo y la acariciaba la cabeza después de una agotadora jornada de entrenamiento- Cuando necesites controlar a un lobo si necesidad de usar tus poderes, pues usa tus cualidades como loba-

-¿Cualidades como loba? ¿Cómo hago eso ma? ¿Funciona?- la cachorra miró hacia arriba el rostro de su madre.

Un leve bufido se escuchó entre las dos.

-Sí que funciona cachorra- le tocó la nariz a su hija- Cuando tu padre está en celo y es demasiado intenso para mi simplemente hago esto y puedo dormir unas cuantas horas más, al igual que él-

-Walama ma, esos no son temas de conversación para una cachorra como yo- la niña hizo un puchero.

Nebraska besó la frente de su hija con cariño.

-Lo sé, pero creo que es necesario que lo sepas pues nunca se sabe y más para ti que tienes en la mente lo que quieres-

Priscila sonrió.

...

«Pues si ma, tienes razón, gracias por compartirme eso en ese momento»

Era el momento indicado para usar ese pequeño dato que su madre le había dado para controlar a la bestia encima de ella que quería enlazarse. Mientras más luchara más renuente estaría el lobo por dejarla ir, así era su naturaleza. La emoción de la resistencia de su bestia estimulaba el instinto salvaje por lo tanto, lo primero que hizo fue relajarse al punto que su cuerpo se hizo casi gelatina bajo las patas en sus hombros.

Entonces comenzó el ataque. Miró por encima de su hombro dilatado las pupilas y a la vez dejando salir sus feromonas de hembra. Si no podía utilizar sus poderes porque Layan los sellaba, pues utilizaría los que la naturaleza le había otorgado y a los que ningún lobo era indiferente.

Se relamió los labios mirando seductoramente y mostrando su cuello en sumisión. Y funcionó tan bien que vio como la cola del lobo se ondeó.

-Layan- soltó con un fingido gemido.

El mencionado alzó las orejas. Si nariz se movía captando las feromonas de hembra que lo estaban envolviendo y se fundían con las de él emocionándolo. Con cuidado retiró sus patas de la espalda de su loba y las puso a cada lado de su cuerpo. Le dio unos toques con el hocico por el hombro para que se girara.

Eso era buena señal y Priscila lo sabía. La idea de marcarla había pasado a segundo lugar. Un lobo en el estado en que había puesto a Layan dejaría de lado el sexo y querría lo que llamaban mimos. Ser acariciados y tocados en muestras de cariño y unión. Al menos es podría darle sin problemas hasta ahora.

Se giró lentamente para no alarmarlo y alzó sus manos hacia la cabeza del animal y acarició el morro sin temor a ser mordida. Layan era un lobo tan grande que era realmente intimidante y más sus colmillos en esa forma. Pero Priscila no tenía miedo. Más bien, ahora tan de cerca estaba fascinada con lo hermoso que era.

Recorrió el hocico, después las mejillas, las grandes orejas, el grueso cuello donde el pelaje rojizo y marrón era denso y suave. Lo sintió removerse y la lengua de él pasó por su mejilla para dirigirse a su cuello.

La loba estiró el cuello dándole acceso. Solo la estaba lamiendo, no la mordería porque no era su intención en ese momento. Podía sentirlo. El animal estaba en trance, embriagado en su olor y la sensación del ego que le daba tener a su loba en total sumisión. Aun si esta última era fingida.

La lengua lamió varias veces su cuello hasta que lo dejó tan sensible que picaba.

-Layan, suave- ella le murmuró acariciando sus orejas y abriendo sus piernas para que el lobo se acomodar sobre su cuerpo cubriéndola con su pelaje.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Where stories live. Discover now