Solo por ella

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Layan podía sentir por cada poro de su cuerpo que su compañera estaba molesta… molesta con él, pero no era tiempo de pensar en eso. Se levantó de golpe mostrando todos sus colmillos.

-Se supone que no debería estar aquí- le gritó. La tensión en su cuerpo era brutal y más ahora sabiendo que su loba está allí, donde menos la quería.

-Shhh, no me grites Layan. Y tengo todas las razones para estar aquí- ella le respondió de forma fría, como cuando no tenía emociones, aunque de esa forma sacaba más de quicio al lobo.

-Priscila, esto es muy…-

-¿Peligroso? Lo sé, por qué crees que estoy aquí, no es como que vas a hacer todo cuando yo también tengo que ver con esto.

-Priscila no…-

Pero fue interrumpido con un gruñido encontrando que su lobo se había atravesado entre ellos y le sacaba los colmillos. Fue entonces que reaccionó como estaba tratando a su pareja y que le estaba gritando. No lo podía evitar. Hasta hace unos segundos se suponía que ella debía estar segura junto a sus padres, no corriendo peligro allí.

-Tú- esta vez le gruñó a su propio lobo- Habíamos hecho una promesa. ¿Por qué la rompiste?

«La subestimamos» fue lo que oyó por parte de este.

Layan cerró los ojos por un segundo. Por qué no lo pensó. Priscila no era cualquier loba y lo que quería lo conseguía. Iluso él que pensó que podría dejarla de lado y que ella le haría caso sumisamente.

-¿Qué demonios hiciste para entrar?- dijo con los dientes apretados y con un fuerte dolor de cabeza. Ella lo volvía loco.

Priscila sonrió sabiendo que él ya había aceptado el hecho que ella estaba frente a él.

-Bueno, ahora mismo me tienes anudada, solo tuve que entretener un poco a tu lobo y este abrió su mente para mí. Fue un poco molesto al principio pues los dos se piensan que tengo toda la experiencia del mundo y que no me duele cuando tenemos sexo, pero puedo lidiar con ello.

Layan abrió sus ojos impresionados.

-Anu ¿qué?- eso era lo único que había captado. Sus ojos inyectados en sangre se desviaron hacia su contraparte- ¿Tuviste sexo con mi loba?- le gruño posesivamente.

-Es MI loba- el lobo de Layan respondió con igual intensidad

Y Priscila no supo en que momento la disputa había pasado de Layan contra Liam, a Layan contra…¿Layan? Esos dos de seguro serían mucho más complicados de tratar.

Y hablando de Liam este se levantó molesto del sueño astillando el hielo dentro de su boca dejando la piel quemada por el frío. Con los ojos infundados en rabia se giró hacia los recién llegados y gruñó.

-Ustedes…-

-CÁLLATE- respondieron juntos tanto Layan como el lobo de este que estaban enfrascado en una discusión. Definitivamente no se llevaban para nada bien.

Liam se quedó por un segundo quieto mientras las voces de ellos resonaban en su cabeza. Eso había sido chocante, no por el hecho de haberlo mandado a callar, sino por la fuerza que habían empleado. Y eso solo le dejó claro una cosa, debía deshacerse de ambos por separado y rápido, si se juntaban, con toda la fuerza que poseía no sería capaz de derrotarlo.

Así que se preparó para atacar cuando una línea de fuego se cruzó delante de él y retrocedió un paso. Al alzar la cabeza encontró que Priscila había dejado a sus dos lobos en lo suyo y estaba centrada en él. La imagen que vio le fue tan familiar que lo llevó a aquel momento donde había luchado contra la misma Nebraska. Era la viva imagen de ella, hasta los mismos ojos, solo que su esencia… era mucho más fuerte.

-No le harás nada a mi lobo, Liam- la sonrisa en el rostro de ella se había desvanecido. Cada uno de sus brazos comenzaba a llenarse con una bruma de diferente color y diversos hilos escarlatas y plateados respectivamente se desplazaban sobre la piel de ellos. Los ojos de la loba brillaron y su cabello se removió. Ella esta vez iba en serio. Y ahora que no estaba en su cuerpo no tenía nada que la limitara… podría usar su poder sin limitantes.

Layan y su lobo sintieron la presión y el cambio en el ambiente alrededor de ellos. Y tragaron en seco al ver a Priscila, realmente era intimidante la forma en que su poder comenzaba a danzar alrededor de ella. Ambos sabían que ella pasaría a la historia como el lobo más fuerte, así como la reina de más poder, por lo que no podía dejar, bajo ningún concepto ellos podían dejar que a ella le pasara algo.

-Oye- Layan no estaba muy de acuerdo, pero era consigne de lo que debía hacer

Y al parecer, su lobo también. Ellos podrían no llevarse bien sobre todo por su naturaleza dominante, pero al final su objetivo era uno solo… y por ella… todo.

Layan no sabía si funcionaría, pero cerró los ojos, aspirando fuerte. El calor y el frío que recorría a su compañera lo invadió a él más fue reconfortados. Fue entonces que sintió un dolor inmenso en su mano que ocupó rápidamente su pecho y gruño con los dientes apretados para no gritar.

El calor ahora fue una sensación extraña, como si algo estuviera hurgando dentro de él, yendo cada vez más profundo. Como si nuevas conexiones se crearan dentro de él. Como si su poder, ese que siempre había tenido y había reforzado con duro trabajo, creciera naturalmente, de una forma salvaje y acelerada que hasta le quitó el aliento.

Fue algo completamente diferente a todo lo que había experimentado anteriormente. Una sensación que de alguna forma y en algún momento había sentado solo que no completa. Su mente se fue al pasado, cuando era un cachorro, cuando era vulnerable y tantas imágenes pasaron por su mente, algunas que ya no recordaba, otras que eran tan vivas…

-Tú… hasta estado a mi lado todo el tiempo- murmuró apenas audible.

No tuvo respuesta, sin embargo, Layan no las necesitaba. Sabía muy bien cual era.

Una sonrisa se proyectó en sus labios mientras abría sus ojos donde ya no estaba el lobo a su lado. La sangre dentro de su cuerpo comenzó a palpitar, sus músculos temblaban y cada célula de su cuerpo, ahora se sentía viva y con eso Layan podía afirmar una cosa. Su lobo y él ahora eran uno solo.

Y Priscila no fue ajena a eso, por lo que le dio una mirada de arriba abajo cuando él se puso a su lado. Definitivamente no solo era el exterior. Layan se veía mucho más fuerte e imponente que antes. Definitivamente la relación entre ellos y la muestra de poder iba a ser interesante.

Así como el enorme gruñido que estremeció todo a su alrededor. Los pétalos de las flores blancas se desprendieron danzando alrededor de los presentes ante el resoplido de Liam. El cuerpo de este comenzaba a crecer, tensando sus hombros y sus orbes se volvieron completamente rojos. Sus colmillos crecieron y su forma se asemejó a la que tenía antes de desaparecer del mundo físico.

-Quizás es hora que la historia se repita- Priscila parecía relajada a pesar de la situación tan familiar.

-Malditos- a esa altura Liam había alcanzado un tamaño intimidante y apenas lo que decía era reconocible.

Los dos lobos lo miraron sin intimidarse o sentirse intimidados con su presencia. Los dos juntos se sentían tan fuertes que su lazo palpitaba entre ellos. Estaban en total sintonía.

-Priscila- Layan a su lado habló sin perder su atención de Liam- No te pongas en peligro.

Ella bufó por lo bajo.

-Como desees. Estaré en la retaguardia y te cuidaré las espaldas- inclinó la cabeza hacia él- Dejaré que te luzcas delante de mí y me muestres todo tu poder.

Layan esta vez fue el que sonrió por primera vez desde todo aquello.

-Eres realmente complicada de comprender, mi cachorra.

-No soy una cachorra Layan, soy la loba que te tiene sudando constantemente- ella le rectificó y él no tuvo argumentos para refutar eso.

-Ahora vuelvo, preciosa- el alfa se inclinó y le dejó un beso rápido en la mejilla para enfocarse en Liam.

Y arremeter con todas contra él con una bruma de hielo y fuego que lo envolvía haciendo de barrera protectora. Acabaría con esto lo antes posible, debía apurarse… porque lo sentía… el tiempo de su loba se estaba terminando.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora