Lobo celoso, exitado y...

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Divertido.

Había dicho divertido.

Layan se sentó en el borde del sofá rápidamente y la giró para levantarla por los hombros para que quedara sentada frente a él. Cuidó de no lastimar aún más las heridas en sus brazos con su agarre.

-Priscila acaso tus emociones están volviendo-

La loba estaba algo aturdida por lo que dejó caer su cabeza sobre el hombro de Layan. La sonrisa en sus labios no desaparecía.

-¿Emociones? No sé a qué te refieres- restregó la cabeza en él aspirando su olor- Estoy cansada, déjame dormir un poco. Mi cuerpo fue molido por tu beta, sé considerado conmigo-

Layan pestañeó y no la apartó de su lado. La loba podía intentar evitar su pregunta pero él había notado una irregularidad en su comportamiento. Además su sonrisa no era la habitual fría. Sin preverlo, su corazón latió. Aunque en su interior había una incomodidad que no podía dejar pasar por alto.

El rostro de Priscila era un más hermoso sin la acostumbrada frialdad era incluso más hermoso.

-Priscila- le sacudió suavemente el hombro. Quería saber más del tema pero al parecer ella no tenía intenciones de decirle mucho por el momento por lo que mantendría al margen a ver que realmente era lo que estaba ocurriendo. Pero de que ella estaba sonriendo era una realidad- Tienes que bañarte antes de dormir- apretó los labios antes de hablar nuevamente- Tienes el olor de Kei por todos lados- un leve gruñido salió de su garganta.

Los brazos de ella se alzaron hasta caer nuevamente como pesos muertos enrollándose  en su cuello. Su voz salió casi en un susurro.

-Tranquilo lobo- besó la piel desnuda del cuello masculino- ¿Celoso?-

Layan no respondió pero su ceño se frunció marcadamente. Quizás sí, podía decirse que estaba celoso. A quién le mentiría. Era posesivo, no lo podía evitar y Priscila, la que llevaba su marca, que dormía con él, en su propia cama, olía a otro lobo.

Los brazos de ella se apretaron más mientras se desplazaba y se sentaba en su regazo acomodándose. La posición que tenía antes era dolorosa para su magullado cuerpo. Al principio pensó que la alejaría, como ocurría naturalmente, pero el alfa estaba inusualmente tranquila.

-No tienes que preocuparte- alzó la cabeza y besó su mejilla- Puedo oler a otro lobo pero no tengo la intención de ser de alguien más que no seas tú- besó su barbilla- Te lo dije, solo tengo ojos para ti. ¿No es suficiente con mi palabra?-

Los orbes plateados de ella se encontraron con los azules de él. El rostro del Layan estaba serio. No hablaba, tenía un debate interno de si ceder o no. Su espalda sudaba frío.

Acaso tuvo que esperar a que ella estuviera llena de esencia de otro lobo para darse cuenta que esa cachorra que siempre estaba detrás de él podía esfumarse de su lado así como así. Quizás antes eso era lo que hubiera deseado. Pero ahora que su parte salvaje estaba reclamando terminar el lazo y tenerla atada a él, como que la idea se hacía bizarra.

Suspiró. Mira que le gustaba complicarse con los problemas amorosos. Se pasó la mano por el rostro y frunció los labios.

-No dejes que otro lobo te marque con su olor- no fue una petición, fue una orden.

La sonrisa de Priscila se hizo más grande en su rostro aunque eso hizo que el hematoma en su ojo doliera un poco.

-¿Entonces por qué no me marcas con el tuyo? Así todos sabrán que tengo dueño- le susurró al oído.

Y esas palabras no eran simples palabras. Si Layan quería marcarla permanentemente tendría que hacerlo de adentro hacia afuera y eso incluía el sexo de por medio y completar un lazo.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Where stories live. Discover now