Mía

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Si ves este primero ve al anterior que hice actualización doble

Vaya sorpresa.

Procesar lo que había dicho Priscila no fue un proceso fácil. Sobre todo, porque supuestamente él que era el que había puesto las trabas desde el inicio había sido el impulsor de toda aquella situación.

–¿Qué yo dije qué?– volvió a preguntar como si todavía no pudiera creer lo que su loba había dicho.

Priscila se removió contra él perdiendo fuerzas nuevamente y sintiendo como su conciencia se perdía en la bruma de deseo de su celo. Su cuerpo dolía ante la necesidad y sus músculos se tensaban.

–Mira que...eres idiota...para lo que te...conviene– jadeó y mordió el cuello de Layan sacándole un gemido– Todo es...tu culpa...así que no...me rechaces...otra vez– tras eso soltó un gemido lastimero y envolvió sus brazos alrededor del cuello de su lobo aspirando su fragancia.

–Vamos Priscila, dime más detalles– le acarició la espalda. Saber que él era el que al principio la había reclamado era algo que le daba vueltas en la cabeza. En serio no podía creerlo– Y de que quería saber más de esa supuesta visión pue si, si quería–

Pero solo pudo gruñir cuando los dientes de ella se volvieron a clavar en su cuello más profundamente. Priscila se había vuelto a ir, llevada por la marea de sensaciones de su deseo y ahora solo estaba presente su instinto. La mano de ella bajó a lo largo de su torso rozándolo con sus garras que comenzaban a salir hasta que sus dedos tocaron por encima de la erección del lobo.

Layan estaba tan sensible que tuvo que apretarse la base de su pene para no correrse en ese mismo momento. Demonios, maldecía. No sabía quién temblaba más, ella o él. Las feromonas de Priscila volvían a ser fuertes y el calor entre los muslos de ella que se rozaban contra su erección era cada vez más potente y eso lo estaba volviendo loco.

–Mierda– gruñó antes de girarse y la dejó caer sobre la cama con un sonido sordo. Ella jadeó y se contorsionó tanto por el impacto leve como por la separación del roce del cuerpo del lobo macho.

Layan se incorporó entre sus muslos, con su cuerpo completamente desnudo, con una ligera capa de sudor que lo cubría enmarcando más sus músculos definidos. Su pecho subiendo y bajando ante sus respiraciones forzadas y su erección rozando su abdomen dura y húmeda. Todo un lobo macho dominante listo para aparearse.

Y aun así debía mantener el control sobre cada una de sus acciones. Él no era el típico lobo suave y romántico como era Hades. Si, podía ser amable y cariñoso, pero en cuanto al sexo...tenía sus preferencias y tener a su pareja llorando y gimiendo debajo de él, mientras se enterraba profundamente con movimientos duros era una de las cosas que lo excitaban al punto de perder la cabeza.

No sabía si Priscila estuviera preparada para recibir ese tipo de intensidad durante el acto. Pero ella era dura y fuerte, quizás si resistiría una noche con él y poder contarlo al otro día. Sonrió.

Esto sería divertido.

–Esta noche es para ti amor. Solo disfruta–

Con un rápido movimiento arrancó la ropa de Priscila que estaba en medio. Necesitaba tocarla, besarla, lamerla, morderla, por eso cuando se inclinó hacia adelante abriéndola aún más las piernas con su peso atacó sus labios en un fogoso beso.

Su loba le respondió dejando que sus lenguas se enredar con la de ella, pinchándose con sus colmillos y formando un sonido húmedo y obsceno entre los dos. Las manos de él bajaban acariciando los costados y las curvas femeninas hasta llevar a los montículos de sus senos.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Where stories live. Discover now