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- ¿Y? ¿Qué te han dicho, Noe? – preguntó expectante Alba, nada más entrar al despacho de su jefa, que acababa de salir de una reunión con la cúpula de Vogue para dar el visto bueno a A Oscuras.

- Sabes que la revista ha confiado siempre en ti y en este proyecto… - se ajustó Noemí las gafas.

- Sí. ¿Les ha gustado? – se impacientó, pues acababa de presentarles el proyecto prácticamente terminado para su aprobación.

- Vogue y la “marca Reche” van de la mano hacia el éxito, es un tándem explosivo y triunfador. Fotos únicas que solo tú, con tus particularidades, puedes sacar.

- ¿Puedes ir al grano? Me estás poniendo nerviosa.

- Alba, a mí me encantan, de verdad. Te lo he dicho siempre – aseguró.

- Pero… - se anticipó Alba a la parte mala de la frase, mordiéndose el labio.

- A ver, los jefes dicen que conforme avanzan las sesiones se aprecia cómo tu enfoque cambia.

- Y es cierto. De hecho, es la gracia – estuvo de acuerdo la rubia.

- Creen que pierde potencia. Me han dicho que esperaban otra cosa, en la línea de tus proyectos más representativos de los últimos años.

Alba bufó frustrada. Sabía que la opción de que la revista no aceptara su vuelta de tuerca estaba ahí, pero tenía la esperanza de que Vogue confiara en su criterio.

- A Oscuras es mejor que esos proyectos. Está hecho desde la honestidad, la sensibilidad, la desnudez.

- ¡Eso! Esa es la clave, Alba – apuntó Noemí.

- ¿El qué? – frunció el ceño la fotógrafa.

- La desnudez. Tú hablas de una desnudez metafórica, en sentido figurado y eso está muy bien. Precisamente, me han propuesto literalizar esa temática para darle un poco más de chispa y terminar A Oscuras por todo lo alto, creando impacto.

- No – fue clara la fotógrafa-. Lo que quiero contar es otra cosa, el desnudo está presente en todas y cada una de las fotos, para quien sepa verlo.

- Ya, pero el llamarlo A Oscuras, el trabajar con Natalia, que todo el mundo ve la química que tenéis… Todo da pie a lo explícito, con insinuar no basta en un proyecto de la magnitud de este.

- ¿Tú también piensas como ellos? Dime la verdad – la miró a los ojos, buscando su opinión sincera.

- Lo importante aquí no es lo que yo piense, sino lo que los de arriba consideren, Alba. Al final son ellos los que tienen la última palabra. Ya sabes cómo funciona este mundo.

- Cuando me aprobasteis el presupuesto del proyecto me asegurasteis que tenía carta blanca.

- Cariño, te lo aseguraron porque no vieron en ti ningún límite y no querían ponerte techo.

- Tú siempre me has dicho que me fallaban las formas, que debería revisar mi manera de trabajar y ahora que lo he hecho, ¿me vienes con esto? – recriminó la fotógrafa.

- Yo estoy muy orgullosa de tu cambio de actitud, Alba, no te confundas. Pero esto no deja de ser un negocio, con unos jefes orientados a repercusión y a los resultados. Unos jefes que ven la “marca Reche" flaquear y se asustan, porque saben que tu modus operandi era una fórmula ganadora.

- Es una fórmula ganadora – rectificó Alba, con un puñetazo en la mesa-. Sigo siendo yo, joder, pero mirando más profundo. ¿No lo ven?

- Simplemente, esperaban otra cosa. Pero si haces algunos ajustes, por ejemplo, con el tema del desnudo o cualquier otra cosa así más arriesgada que se te ocurra…

- ¿Y si no quiero cambiar nada? – se cruzó de brazos.

- Si no quieres cambiar nada, muy a mi pesar, no puedo asegurarte que el despliegue que teníamos previsto para A Oscuras vaya a ser el mismo.

- Noemí, es injusto. Quedamos en que tenía libertad...

- Alba, escúchame, eres la niña mimada de esta revista. Esto no lo puede decir todo el mundo, así que yo de ti no lo desaprovecharía. Sabes perfectamente que puedes tensar un poco más la cuerda, para contentarles, sin tener que renunciar a la sensibilidad que has ido ganando estos últimos meses.

- He puesto todo de mí en este proyecto, no está creado para contentar a nadie – espetó, muy seria.

- A los que lo financian sí. Solo es cuestión de equilibrio, Alba. Y tú eres más que capaz de saber dónde está el punto justo. Sé inteligente.

La fotógrafa chasqueó la lengua y no tardó nada en desaparecer de ese despacho y largarse a casa.

Frustración y chasco, eso era lo que la invadía en ese momento. Esa charla con Noemí había sido para ella un jarro de agua fría en toda regla.
Se acomodó en el sofá y repasó de nuevo lo que había preparado para A Oscuras. Y abrió también la carpeta del desnudo de Natalia que, de momento, solo existía para ella. Por último buscó su nombre en Google, encontrando como respuesta infinidad de titulares e imágenes de sus campañas más impactantes.

Sabía lo que los jefes esperaban de ella, de hecho, el desnudo literal había estado en sus propios planes desde el principio. Ese tipo de fotos era el que desencadenaba titulares, el que le hacía ganar fama y, a la revista, dinero.

Repasó de inicio a fin el resultado de A Oscuras, listo para ser presentado. La inercia le llevó a copiar el proyecto y hacer otra versión. Alba estuvo inmersa en su portátil durante horas, ajena a todo lo que no fueran esas fotos.

Era ya de madrugada cuando, con ojos cansados, se daba el visto bueno a sí misma por la versión alternativa de A Oscuras.

Una Cara B que se acercaba más a la Alba Reche que la industria conocía. En esa versión incluía el desnudo, así como alguna de las fotos que la rubia tenía guardadas en su carpeta personal.

No dejaba de mirar ambos proyectos, incluso los imprimió para verlo todo más claro, con éxito relativo. Su cabeza estaba en pleno debate, en una encrucijada.

Le venían muchas cosas a la mente. Sus inicios en la fotografía, de niña, y también en la industria, dónde todo tomó un cariz distinto. Sus primeros proyectos exitosos, sus reconocimientos más destacados, algunas sesiones memorables con auténticas estrellas, momentos incómodos, discusiones por exigencias, controversia por sus formas…

Y Natalia. Que lo puso todo en pausa y, a la vez, a funcionar.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now