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Yo también puedo ser profesional y hacer como si nada.

Ese fue el mantra elegido por Natalia para la ocasión.

La modelo ya estaba preparadísima, peinada, maquillada y con un batín cubriendo la exclusiva y carísima ropa interior que vestía para la sesión, cuando vio aparecer a Alba por la puerta del estudio.

Se acercó con decisión, subida en los tacones de aguja altísimos que en teoría debían hacerla sentir segura.

- Me alegro de verte, Alba - le sonrió con toda la indiferencia que supo.

La rubia le devolvió la sonrisa, le hizo un repaso descarado y se mordió el labio antes de contestar.

- Yo también, Natalia. Hoy lo vamos a pasar muy bien - recalcó esto último.

Una frase y desarmada. Otra vez las bragas al suelo.

Mientras Natalia las recogía mentalmente, la fotógrafa saludó al equipo y empezó con las órdenes, esta vez en inglés.

Informó de que iba a realizar las sesiones en privado, las tres modelos y ella. Absolutamente nadie más.

Natalia había hablado unos minutos con las dos chicas que iban a participar en la sesión: una americana y otra brasileña, ambas de infarto, de conversación banal pero mínimamente agradables. Química había la justa entre las tres, pero ya se vería. Una vez metidas en el ajo todo cambiaba.

Los técnicos ajustaron las luces y les retocaron maquillaje, peluquería y vestuario por enésima vez antes de desaparecer.

Ya desprovistas de las batas, las tres se situaron bajo los focos y a las órdenes de una concentradísima Alba Reche.

Natalia tenía su mano en la cintura de la brasileña y notaba en algún lugar de su espalda el agarre de la americana.

Más indicaciones de Alba en inglés.

Dios, qué bien que suena.

Su voz arenosa en busca de química y sus aproximaciones, cámara en mano, poco tardaron en dar sus frutos.

Conforme pasaban los minutos, las chicas se iban soltando, el contacto visual y el lenguaje no verbal entre ellas era mucho más natural y fluido.

La música de fondo y la actitud de la fotógrafa, sumados a la increíble producción y decorado, les ayudaba a creerse Beyoncé, las reinas del mambo.

Alba se acercó a recolocar posiciones y a reclamar aún más complicidad. No le parecía suficiente.

Les pidió moverse al ritmo de la música, rozarse sin miedos ni vergüenzas, desinhibirse.

Necesitaba encontrar ese punto entre sugerente, intenso y por encima del bien y del mal.

La imagen la tenían, pues las tres eran diosas del olimpo, solo les faltaba enfangarse, comprometerse. Eso que a Alba se le daba tan bien sacar.

Para la rubia, de las tres, Natalia era la que estaba más dispersa. Menos metida en el propósito de entremezclarse con la esencia de las otras dos y más pendiente de la cámara que de la producción.

- Olvídate de mí y céntrate en ellas - le susurró en español, en uno de sus acercamientos.

Natalia alzó las cejas indignada.

¿Está insinuando que estoy más pendiente de ella que de dos supermodelos de infarto manoseándome en lencería?

- ¿Perdona? Estoy más que centrada - le aseguró.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now