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Una semana después, Natalia aterrizaba en Madrid tras unos días de shooting en Italia. Dejó las maletas en su casa y fue directa al estudio de tattoos de la Mari. Revisó la hora, acabarían de abrir así que, con un poco de suerte, la tendría solo para ella.

Llegó con un par de cafés, desayuno y un imán del Duomo de Milán, pues su amiga los coleccionaba.

- ¡Wonka, qué sorpresa! ¿Vienes a que te tatúe “Alba Reche” en la nalga derecha?

Natalia empezó a dar pasitos para atrás, con su mejor cara de enfadadita.

- Oye, ¿dónde vas? No te vayas – trató de disuadirla de su huida-. Con lo guapa que has venido. Lo bien que te queda ese outfit de diva del chándal no es normal.

- ¿Diva del chándal? ¿Qué dices, pava? – se burló Natalia de sus surrealistas ocurrencias.

- Si te hiciera una foto ahora mismo, reventarías la cámara de tanta guapura y tanto flow – la encuadró con los dedos, como si fueran el visor.

- Qué mal se te da hacer la pelota, Mari, tía – siguió reculando.

- ¡No, no, no! No te lleves el desayuno – se lamentó María, levantándose para frenarla.

- Es que eres muy graciosa – ironizó, moviéndose hacia ella con resignación.

- ¿Pero abro aguja o no abro aguja? En el culo, la tinta roja es un must – le guiñó un ojo.

- Cierra el pico y deja que me desahogue, que a eso he venido.

- No, deja tú que me desahogue yo.

- ¿Tú? – flipó la modelo con la capacidad de su amiga para hacerse protagonista de su propia historia.

- A ver, ¿se puede saber por qué no subiste a su casa, pedazo de penca?

Después de la cena con la fotógrafa, María y Natalia no habían tenido la oportunidad de verse, así que la morena le había informado a través de audios, los cuales la tatuadora detestaba con todo su corazón. Ella era más del cara a cara.

- Porque no era el momento – simplificó la morena.

- ¿Pero te lo pidió?

- No. Y, en todo caso, me despedí antes de que pudiera hacerlo.

- No te entiendo de verdad, ahora se habrá pensado que no querías – se llevó las manos a la cabeza-. O sea, la chavala te empotra contra el portal para meterte la lengua hasta el pulmón, ahí con toda su pasión, y tú te piras. ¡Qué poca vergüenza, Natinat! Eres una deshonra de amiga.

Natalia tuvo que reír ante la película que se había montado la rubia en su cabeza. Para nada le había relatado los hechos de esa manera.

- No me empotró contra ningún sitio – rodó los ojos-. Solo nos besamos. Y le deseé buenas noches y que descansara.

- Qui disquinsiri – se burló-. Es que no me lo puedo creer.

- También hablamos de cosas profundas, me dijo que iba a cuidar mi valentía.

- ¿Y eso se traduce en…? – se rascó la Mari la barbilla.

- Que no va a volver a jugar con mis sentimientos. Más o menos.

- Hombre, es que como lo haga no tiene campo para correr, la fotógrafa chiflada – amenazó chocando su puño contra la palma de su mano.

- En eso estamos de acuerdo - afirmó.

- ¿Y en el tema sexual? ¿No estamos de acuerdo?

- No quiero precipitarme, ¿vale? No puedo ir como una kamikaze. Más todavía, me refiero – puntualizó.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now