Prólogo

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- Acuérdate que en dos horas te viene a buscar un coche para la sesión de fotos de Vogue.

- ¿Ah, era hoy? - bufó Natalia, que con tanta carga de trabajo ya no sabía ni el día en que vivía.

- Sí. Y va ser muy tocho, ¿eh? - le informó su representante-. Te va a hacer las fotos Alba Reche.

- ¿Y esa quién es?

- ¿En serio, Nat? - flipó su interlocutora-. ¿La que tiene ochocientos mil premios? ¿La que hizo esa portada de Úrsula Corberó que dio la vuelta al mundo? ¿La que le sacó las fotos a Zendaya en marzo?

- ¿Y me quiere a mí? - frunció el ceño.

- No sé ella, pero Vogue sí. Están apostando súper fuerte, así que pórtate bien.

- Sabes que siempre lo hago.

- Nat...

- ¿Qué?

- Me han dicho que la Reche es un poco especialita, así que tú limítate a hacerle caso.

- ¿Especialita en qué sentido?

- Ya sabes cómo son los genios... Y ella es una genio de lo suyo, sin dudas. Aprovecha para mirar alguno de sus trabajos y me darás la razón.

- Prefiero sorprenderme.

- Bueno, como quieras, pero...

- Que sí, que me porto bien.

- Esa es mi chica.

El coche la dejó en las inmensas y preciosas oficinas de la revista, donde una mujer trajeada la recibió.

- Bienvenida, Natalia. Soy Noemí Galera - le tendió la mano.

- Encantada - se la estrechó, algo temblorosa.

Esa mujer y ese contexto, de cristaleras, número infinito de plantas y gente bien vestida, le imponía.

Natalia se había puesto ropa cómoda, sabiendo que en la sesión le iban a dar la ropa que consideraran e iba a pasar por chapa y pintura.

Por eso, su cómoda coletita, su sudadera tres tallas más grande, su pantalón vaquero roto y sus deportivas, desentonaban enormemente en ese entorno.

- Si me acompañas por aquí, Alba está ya preparada.

- ¿Y vestuario, maquillaje, peluquería y todo eso? - frunció el ceño.

- Alba se encarga de todo.

- Ah... Está bien.

La mujer la guió hacia un pasillo de puertas blancas y le abrió la que tenía el cartel de Alba Reche.

- Cuando acabéis me vienes a buscar, ese es mi despacho - le señaló una puerta, al final del pasillo.

Natalia cruzó la puerta que Noemí se encargó de cerrar a sus espaldas. Estaba intrigada porque nada parecía ser como en una sesión normal.

La sala era blanca, casi industrial, despojada de cualquier tipo de decoración.

Solo destacaban varias telas colgando de la pared, material de iluminación, un biombo a un lado y un pequeño tocador.

- ¿A-Alba? - el eco que resonó en toda la habitación inquietó aun más a la pelinegra.

En el silencio, el clic de una cámara le hizo girarse hacia una de las esquinas. Casi escondida, se encontraba la que debía ser la fotógrafa.

Alba Reche resultó ser una rubia minúscula, que vestida con una sudadera blanca, un pantalón de chándal del mismo color y descalza, le sacaba fotos a traición.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now