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- Mari, te juro que no he pegado ojo en toda la noche.

- ¿Pero me puedes contar ya qué te pasa? – se desesperó la rubia, que llevaba viendo a su amiga dar vueltas por el salón un buen rato.

- Ayer Alba y yo nos besamos – soltó, paladeando cada palabra.

- ¿De verdad? – elevó los brazos la rubia, en señal de celebración.

- De verdad. Nos besamos, tía - repitió-. Todavía no asimilo nada de lo que pasó, en serio.

- ¿Puedes empezar desde el principio? – pidió, ávida de información, su amiga.

- Nos enseñamos nuestras canciones favoritas a través de las fotos de la sesión.

- Cada vez hacéis cosas más raras, Wonka, no me extraña que le den todos los premios a esa chavala…

- ¿Puedes prestar atención a lo importante, Mari?

- Sí, claro. Prosigue, Julieta – le dio permiso, haciendo que Natalia chasqueara la lengua por el apodo.

- Pues con lo de las canciones, siento que nos desnudamos como nunca. La sentí en mi propia piel, no te lo puedo ni explicar, porque se me ponen los pelos de punta – le mostró la piel erizada de su brazo.

- Madre mía la intensidad, Lacunza – rodó los ojos la tatuadora.

- Fue intensísimo y, claro, cuando terminamos es como que yo me quedé ahí atrapada en el mood.

- ¿Qué mood? ¿El de encoñada? Creo que vives en él permanentemente.

- No, María, joder. Es como que seguía conectada a ella y Alba se acercó.

- Y lengua hasta la campanilla. ¡Esa es mi chica!

- O dejas de interrumpir o no te cuento nada – amenazó la modelo, cruzándose de brazos.

- Haber elegido a otra confidente – se encogió de hombros la Mari, poco preocupada.

- Uf, te odio.

- Me amas. Venga, sigue: la fotógrafa se acercó y…

- Y la conexión que nos unía se intensificó todavía más, era físicamente imposible alejarnos, de verdad.

- Ajá…

- ¿No vas a opinar?

- Pensaba que te molestaba que te interrumpiera – alzó las cejas.

- ¿Crees que puede ser que dos personas no puedan alejarse? Estaba esperando que me contradijeras.

- Si una eres tú y la otra es la fotógrafa chiflada, todo es posible,  Nat. ¿Puedes seguir? Me tienes en ascuas.

- Bueno, yo le pregunté si estaba jugando conmigo.

- Para sacarte la espinita de la otra vez – concluyó María.

- Exacto, ella me dijo que no y también que estaba en mis manos.

- ¿Que estaba en tus manos el qué?

- Pues lo que iba a pasar entre las dos. Que si yo quería que se marchara, ella lo iba a entender.

- Bueno, eso es un indicio de que sabe que ha hecho las cosas mal y no pretende hacer como si nada. Algo es algo.

- ¿Verdad que sí? Cuando me dijo eso y como me miró… Mari, no lo dudé.

- ¡Y le comiste la boca!

- Sí. Fue precioso, tía. Súper lento, súper intenso… Buah, en una puta nube estaba, de verdad.

- La verdad es que tiene pinta de besar muy bien la rubita, eh…

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now