Fin III

2.1K 248 125
                                    

Me apoyé en la barra de madera, observando cómo Vieno volvía a mezclar la bebida que tanto me había gustado siempre. Los colores azules y rosa me daban algo de placer visual a mi edad.

El gran y épico trago.

Aunque, en nuestro grupo de amigos...

—Uh, yo también quiero uno de los "quita clóset" —bromeó Lato, posicionándose al lado de ella—. No le des muchos a Sam, que luego Sean nos mata si el bobo se emborracha.

Todos nos habíamos juntado en la casa de Takao y Randall, haciendo una reunión pequeña entre todos los amigos. Habíamos prometido juntarnos por la gran noticia de la decisión de los empalagosos sobre adoptar, así que la vuelta de Joseph había sido bastante conveniente.

—¡Los estoy escuchando! —se quejó Sean, a lo lejos.

—Ustedes no le hagan caso. Vieno, prepárame al menos tres —avisé, agarrando el vaso largo que ella me había preparado—. Ya estoy prácticamente fuera del clóset, así que no cuenta.

Me miró mal, cruzándose de brazos. Suponía que, luego de todos estos años, ya me había tomado la suficiente confianza como para mandarme al diablo. Más si consideraba el hecho de que era la novia de una de mis mejores amigas.

—Sabes que es adictiva, déjate de juegos. Sólo uno.

Fingí un puchero, dando un par de sorbos.

—Eres mala.

—¿Y tú qué quieres, Takao? —preguntó Vieno, acomodándose su cabello castaño oscuro natural—. Van a pagar el día en que me hicieron volver a trabajar de esto, ¿saben?

—Uh, traigan a Mara para que la calmen antes de que me reviente la botella en la cabeza, porfa —bromee, alejándome.

Takao rió, terminando de poner los snacks sobre la mesa del comedor que nos encontrábamos todos. Vieno seguía tocando las botellas junto con Lato detrás de la barra que la pareja de empalagosos tenía, mientras Sean y Randall estaban en la cocina preparando quién sabe qué cosa.

Aunque, no podía quejarme. Estaba recibiendo tragos gratis de una bartender ya profesional y, esta vez, adulta. Mara sí sabía lo que tenía.

Por cierto, ¿dónde estaba esa chica cuatro ojos?

Miré hacia la puerta de la casa, tomándome el trago hasta la mitad. Seguía teniendo el mismo sabor que cuando lo probé de joven. Algo dulce que ni siquiera parecía tener alcohol.

Estaba tan absorto en mis pensamientos que no había visto que Randall y Sean habían vuelto de la cocina, con más comida preparada. La mesa estaba llena de cosas que podían comerse hasta de pie si gustábamos.

Realmente... lo mejor que me había pasado en la vida fue salir con alguien que le gustaba cocinar.

Me senté cerca de la mesa, listo para atacar las galletas saladas que Sean había cocinado. Sin embargo, al querer tomar una, sentí cómo la mano cálida y delgada de mi pareja me apretaba la mejilla.

—¡Espera a que lleguen todos, Sam! —me regañó—. No seas maleducado. Deja al menos que se enfríen, bebé. Te hará mal.

Bufé. Sean se sentó lado, dándome un beso en la mejilla estirada.

—Pero mi estómago es fuerte —susurré—. Aparte, ¿a quién hay que esperar? ¿Dónde se metió Mara?

—Eh, ¡qué tanto me mencionan! —La voz de mi mejor amiga sonó por la entrada de la casa. Suponía que recién había llegado y estaba quitándose el abrigo—. Ya llegué, no se quejen. El tráfico es una locura por la nieve.

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora