Beso 5: en los labios

7.3K 1K 1K
                                    

Nunca había visto a alguien con tanta expresividad en su rostro, hasta que vi la cara de Joseph. Sus ojos se habían abierto por completo y sus mejillas, junto con sus orejas, estaban completamente rojas.

¿Podía ser más... adorable?

—¿P...por qué? —tartamudeó—. Apenas me conoces...

Ladeé la cabeza ante su pregunta. ¿A qué se refería? ¿No se había visto al espejo? ¡Era la persona más perfecta que había visto en mi jodida vida! Sus ojos, su cabello, su insoportable manera de hacer las cosas...

Esperen, ¡estoy hablando de un chico!

—¿Recuerdas que... eh... yo soy homofo...?

—Sí, eres un homofóbico de mierda —me interrumpió. Me empujó con fuerza, así que no me quedó otra opción que darle un poco de espacio personal—. Y no sé porqué actúas de esta manera, yo..., yo...

—Ya te lo dije la noche que te conocí —comenté—. Odio a los gays, pero tú eres especial.

—¿Por qué?

—Porque... —Traté de pensar lo más inteligente posible— eres tú...

Joseph desvío la mirada al escucharme. Al principio pensé que lo había ofendido, pero las simples palabras que salieron de sus labios resonaron por mis oídos. Era la primera vez que me sentía tan feliz:

—Está bien, pero... nada de bromas...

Tuve ganas de abrazarlo con todas mis fuerzas. Aunque, sin embargo, como mi cuerpo aún no se acostumbraba a estar cerca de alguien como él, preferí evitar aquel movimiento. A veces los impulsos hacían muy mal. Aparte, Joseph no querría que le vomitara encima, ¿verdad?

—Nada de bromas —accedí sonriendo—. Lo juro.

Ambos escuchamos el timbre que daba terminada la anteúltima clase. Antes de que pudiera decir algo, Joseph se acercó a mí y me besó en la mejilla, poniéndose en puntas de pie. No pude reaccionar a tiempo, ya que mi cuerpo se había puesto rígido en el lugar.

—Adiós —susurró, para luego irse corriendo.

Se notaba que éramos adolescentes en su primer y segundo año de preparatoria. De sobra.

Con mis piernas temblorosas, tuve que subir las escaleras y caminar hacia mi aula. No entendía si mi complejo de gelatina se debía a mi estómago o a mi disconformidad son ese saludo. ¿Por qué "adiós"? ¿Iba a ser la última vez que lo vería en este día? ¿No lo vería luego de clases?

¡Se supone que soy su pareja! Debía estar con él a todas horas, ¿verdad? ¿O era muy intenso?

Era la primera vez que salía con un chico, así que no sabía exactamente cómo actuar. Ni siquiera sabía si era normal... o natural. Si Mara podía salir con personas de su mismo sexo, yo también podía, ¿cierto? Lo de mi padre era tema aparte.

—Oye, Sam, ¿estás bien? —Mara me estaba picando con el lápiz. Desde que ella volvió, Irene se sentaba con una nueva amiga que había hecho. No me quejé—. Pareces en shock. ¿Viste un fantasma?

—Algo así —susurré. Por suerte, el profesor ni siquiera nos estaba prestando atención—. Creo que vi a mi padre.

Sentí cómo mi mejor amiga me observó con sorpresa, sin verla. No era de esperarse que su boca estuviera más abierta que la de una pitón agarrando su almuerzo.

—¿Cómo? ¿Dónde? ¿Él no se había ido...?

Asentí varias veces.

—Me refiero a que lo vi en mí mismo —expliqué, suspirando—. No me considero gay ahora, pero tal vez en el futuro lo sea. Sinceramente, las chicas ahora ni siquiera consiguen que las vea.

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora