Jazz

2.5K 357 115
                                    

Ya era lunes. Estaba concurriendo a clases, tratando de olvidar un poco lo que había sucedido ayer. Las palabras de Lato seguían clavadas como estacas. No me dolía, sino que me recordaba el castigo que me tocaba por no haber expresado mis sentimientos y emociones a tiempo. Era mi culpa, y lo sabía.

En el pasado varias veces se me había ocurrido llamarlo o, simplemente, mandarle un mensaje de texto diciéndole todo. Pero mi emoción por estar a su lado, mi sueño de crear una sonrisa en su rostro, me dejaba ciego al pensar que él estaba pasando por lo mismo que yo.

—¿Estás bien, Randy? —preguntó Takao a mi lado.

Sus ojos miel se fijaron a los míos, por lo que no me atreví a mentirle.

—No...

Él suspiró, abrazándome por millonésima vez. No detestaba sus abrazos cálidos. Sin embargo, seguía prefiriendo los de Sammy. Mi corazón se aceleraba mucho cuando él me abrazaba. Y con Takao no pasaba lo mismo. Me sentía protegido y cómodo, no absorto.

Dejando eso de lado, ¿por qué me sentía culpable?

—¿Quieres algún dulce? —murmuró, apoyando su cabeza sobre la mía.

—No, no tengo hambre.

—Realmente estás mal como para no querer uno de tus caramelos.

Reí bajo. Agradecí por tenerlo de mi lado. Era imposible de creer que Takao había sido tan idiota a los doce años. Él era mi amigo ahora y sabía cómo era de sobra. Y Sammy no podía separarme de él, puesto que sería muy inmaduro de su parte. Más aún cuando Takao era el único que me consolaba. Era el único que había madurado lo suficiente como para evolucionar y remediar sus errores.

Ya se había arreglado con Joseph. Eso era lo que importaba, ¿no? Él lo había perdonado, porque sabía que Takao era mejor persona que un hormonal ignorante. Había aprendido su lección.

—Sigo sin creer que Sam haya dejado que te pase todo esto. —Las palabras de aquel me sacaron de mis pensamientos—. O, mejor dicho, que yo haya dejado que pase esto. Dejé que tú solo te encargaras de... bueno, que ellos no estén juntos. Perdóname, por favor.

Sus brazos temblaron alrededor mío.

La culpa que sentí hacía unos minutos, apareció multiplicada por tres. ¿Ahora él quería cargar con lo que había pasado?

—¡E...espera! —exclamé, separándome. Lo miré a los ojos, frunciendo un poco el ceño. No me había enojado, pero quería demostrarle que estaba cometiendo un error—. No hagas eso. Nunca más. ¡Y no me refiero a lo que tú dices! ¡Me refiero a creer eso! Yo elegí conquistar a Sammy. ¡Yo elegí tratar de arreglar los problemas que están sucediendo! No debes porqué quedarte con toda la responsabilidad tú solo. Es mi elección lo que hago, ¿o no?

Su sonrisa hizo que mi corazón diera un vuelco. Admitía que su sonrisa era digna de un modelo. Me frustraba que Joseph no pudiera ver lo que se perdía.

—Te envidio —comentó—. Tú siempre logras convencer a los demás. Es como si tuvieras una especie de hechizo o algo así.

—Es por eso que no me rendiré —acepté, decidido.

No iba a rendirme por un cuatro ojos malhumorado.

Aparte, ¡no lo estaba haciendo solo por mi bien! ¡Lo hacía también por el de Takao! Si él era feliz con Joseph, debía conseguírselo.

Todo estaba en mis manos.

Y no me arrepentía. Sería capaz. Sam demostró que se preocupaba por mí.

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besosWhere stories live. Discover now