Beso 4: en el mentón III

6K 988 237
                                    

Pasaron dieciséis días en total, cuando mis dudas se extendieron.

No había visto a Joseph durante todo ese tiempo, pero mi mente cada vez hallaba algún que otro detalle para volver a pensar en él. Si no eran las capas rojas de un superhéroe de los cómics de Mara, eran las camisas azules desaliñadas del profesor.

E incluso estaba contando los días. Contándolos. ¿Eso no era ya algo enfermizo?

No me preocupé por ello, hasta que lo comparé con... alguien.

Mara había faltado a clases y, como no tuve otra opción, me senté solo en mi banco. No me perturbé por que ella faltara, ya que no era la primera vez que lo hacía. Sin embargo, me puse un poquitín nervioso cuando una chica nueva llegó.

Su cabello era rubio y sus ojos verdes. Era más bella que Josephine, y no lo negaba.

De alguna manera, no le di atención a su presentación. Gracias a mi hermosa costumbre de distraerme hasta con un pelo fuera de lugar, cuando se sentó en la silla de mi lado, fue cuando recién la observé con curiosidad.

—Hola, mucho gusto —dijo. Agradecí que fuera más social que yo—. Me llamo Irene.

Puse todo mi esfuerzo en no mirar sus pechos, cosa que me costó bastante. Gracias al cielo, ella no parecía darse cuenta de aquello. Esperaba que no estuviera sudando.

¿Por qué Dios me había hecho tan hormonal? Mi madre me mataría si se percatara.

—Y yo Sam —mencioné con una sonrisa—. ¿Nueva alumna?

Ella bufó y se acomodó en la silla. Qué suerte la mía de que Mara hubiera faltado.

—Una larga historia —comentó—. ¿Crees que me irá mal aquí?

—Solo trata del que el calvo no te atrape hablando mientras copia en la pizarra y estarás a salvo.

Sentí una mirada asesina proveniente del profesor y sentí mi piel de gallina.

¿Acaso todos los profesores tienen una especie de detector de alumnos "rebeldes"? Es decir, incluso aún estando en el último banco, él me escuchaba.

En cuanto abrí la boca para hablar de nuevo, sentí un pequeño golpe en la pierna por parte de Irene. Cuando vi lo que quería que notara, leí en un papel lo que ella había escrito. Su bolígrafo era de un color rosado.

"Gracias por el ejemplo :)".

Sonreí ante ello y le respondí, junto con un dibujo, en el mismo papel:

"Todo un orgullo, mademoiselle. ¿Quiere algún otro ejemplo? Tal vez puedas ver calvicie brillar".

Oí una pequeña risa de su parte y presentí como sus hombros se movían; una señal de haber aguantado una carcajada.

"Desde luego, aunque prefiero verlo después de que nos expulsen de la clase por reírnos".

"¡Será gracioso!".

"No, Sam. Quiero empezar bien mi primer día".

"¿Qué tal con un tour del gran Sam por el instituto?".

"Oh, te lo agradezco... Pero ya tengo alguien que me lo enseñe. Es un gran amigo. Tal vez lo conoces, se llama Joseph. Es un pequeño pelirrojo un año menor que nosotros".

Tragué saliva antes de contestarle. De nuevo, tenía una razón para pensar en él: una compañera reciente mucho más guapa y agradable que cualquiera que, por desgracia, era amiga suya. ¿Era el destino?

Recordaba que mi madre mencionaba sobre que Dios nos ponía cosas que podríamos superar. ¿Esta era una de esas cosas?

"Sí, lo conozco".

Estuvimos hablando por aquella vieja y arrugada hoja hasta que se terminó el espacio. Gracias a ella, supe que Joseph fue su amigo de la infancia y que siempre estuvieron juntos a pesar de muchas cosas. También, dándole créditos a mi terrible insistencia, descubrí que su grupo de amigos de la infancia, se había destruido por... un problema que lo había incluido a él.

Después de que tocara el timbre para el receso, no tuve otra cosa para preguntar. No quería meter mis narices en la vida del chico gay, pero me daba curiosidad. Extraño, ¿cierto?

Quería saber más de un gay travesti.

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besosWhere stories live. Discover now