Dolores

2.4K 394 59
                                    

—¿Y qué pasó con el hombre del bar? —pregunté, bostezando.

Takao me había llevado a su casa como se lo había pedido. Mis arrepentimientos aparecían de a poco, y ni hablar de lo incómodo que me sentía.

Era extraño. Antes no me importaba ni siquiera sentarme encima suyo, ¿y ahora hasta me daba vergüenza estar en su casa?

—Quedó allí tirado, supongo. Le avisé a una de las chicas que llamara a la policía. No debes preocuparte por eso, ya estás a salvo —contestó, sacando algo de su armario.

Miré hacia el suelo de madera, con un poco de confusión. Era verdad que ya estaba a salvo. Sin embargo, aquellos recuerdos y sentimientos de miedo no se borraban de mi cabeza. Aún podía sentir cómo la mano helada de aquel inhumano seguía en mi boca y en mi espalda, bajando con una horrorosa lentitud que, pese a que duró unos segundos, sentí que fue una eternidad.

Al menos con la ducha caliente y los pijamas de Takao me sentía mejor. Los temblores se detuvieron, así que sólo debía distraer mi mente para poder superarlo.

—N...no tengo una cama de más, no importa si duermes conmigo, ¿cierto? —Las palabras de Takao me hicieron volver a él—. Si no quieres no importa, puedo dormir en el sofá y...

—No, no. Es mejor si estás conmigo —expliqué. Miré hacia los lados, buscando la cama—. ¿Y... dónde duermes?

Su risa me hizo sobresaltar del susto. No entendí aquella. ¿Le había dado risa la pregunta o mi afirmación sobre que él era mi protector y por eso quería dormir con él?

—Duermo en un futón japonés —respondió segundos después, sonriéndome.

Sentí que me derretía por su tonta sonrisa de modelo. No podía creer que solo yo tenía la vista de aquella en estos momentos.

Esperen, ¿un... qué?

Entendía que Takao tenía padres japoneses y por eso tenía sus ojos rasgados. Sin embargo, ¿también había adoptado algo de su cultura?

—¿Eh?

—Es esto. —Se arrodilló y apoyó una especie de bolsa de dormir en el suelo. En cuanto la abrió por completo, parecía un colchón con grandes acolchados encima—. Puedes acomodarte si quieres, prenderé la calefacción para que no tengas frío.

Observé la "cama" con algo de entusiasmo.

¡¿Yo dormiría allí con Takao?! Era... fabuloso. Definitivamente iba a pedirle uno a mi hermana para mi cumpleaños. Tal vez así podía invitarlo a dormir a mi casa también. Aunque, ¿y si él estaba ocupado? Por algo faltó tres días seguidos a clase.

Debía consultarle sobre eso, ¿no?

Me acomodé la camiseta que él me había prestado junto con un pijama. Era el doble de mi tamaño, y aún así me sentía la persona más cómoda y cálida del mundo. ¿En verdad hacía falta calefacción?

Ante las palabras de Takao —que tardé en procesar—, fui a acostarme en el futón. Esperé pacientemente a que él apagara las luces y se acostara a mi lado para quitarme aquellas dudas que me agobiaban desde hace días.

Tuve ganas de acribillarlo cuando, luego de acostarse a un lado y taparnos a ambos, me dio la espalda. ¡¿Ni siquiera me abrazaría? ¿Que no era su amigo? Por suerte podía ver su cabello gracias a la luz que entraba por la ventana.

—Buenas no...

—¿Puedo hacerte una pregunta? —le interrumpí.

—Claro.

—¿Por qué faltaste a clases?

—Estuve un poco ocupado con la banda. Y aparte... estaba cansado. Iré mañana contigo si así lo prefieres.

Fruncí el ceño. ¡Era obvio que no era eso!

Takao mentía mal. Y muy mal. Si él no había ido a la escuela tuvo que haber sido grave. Y el tema más grave para él era Joseph. ¿Tanto problema le daba ese tonto?

—¿Ocurrió algo con Joseph? —susurré, girando para su lado—. Es decir, siempre que estás mal es por él, y no creo que hayas faltado solo por la banda... No me mientas, Takao.

—Ya no quiero a Joseph, Randy.

Abrí los ojos por completo. ¿A qué se debía eso? Él estaba loco por su ex. Y si no lo recordaba mal, era casi imposible superar a alguien teniéndolo a tan solo metros, ¿cierto?

Es decir, yo aún no había superado a Sammy... ¿o sí?

—Entonces —Negué con la cabeza. No debía pensar en cosas imposibles—, ¿qué sucederá con el plan?

—Puedes seguir intentando enamorar a Samuel si quieres. Sin embargo, ya no me importa Joseph. Estás cerca de hacer que se separen, ¿cierto? —dijo en voz baja. Juré haber escuchado algo de rencor en su voz—. Los vi besarse la otra vez.

¿De qué estaba hablando? ¿Ya no le importaba Joseph? Seguro me estaba mintiendo.

—Creo que él no lo recuerda —admití, sin saber cómo reaccionar ante su mentira—. O tal vez sí, pero lo ignora. Aunque siendo honesto, creo que tampoco me importa. Cuando lo besé me gustó. Es decir, toda mi vida soñé con besarlo como aquel día. Abrazarlo o simplemente decirle un te quiero. Y en ese instante hice todo eso que había soñado... Era sabido que me iba a gustar y aún así me siento patético. —Apoyé mi cabeza sobre su espalda, suspirando—. Me esforcé tanto en lograr algo que cuando lo obtuve no me sentí completamente bien. No sé qué me ocurre, Takao. ¿Es normal que ya no piense en Sammy como antes? Ahora me molesta hasta el hablarle o tenerlo cerca. ¿Cómo puedo dejar de querer a alguien de un día para el otro? ¿No es eso malo?

El silencio inundó la habitación. Pude notar algunos movimientos tensos por parte de Takao. ¿Por qué no me contestaba o se giraba para verme?

Con curiosidad, me animé a incorporarme hasta sentarme y poder ver lo que hacía. Agradecí que la ventana estuviera de su lado así podía verlo mejor.

Sentí una presión en el pecho en cuanto vi que estaba apretando el acolchado con fuerza, al igual que su mandíbula. Miraba enojado hacia la nada. Parecía reprimir algo más fuerte que él. ¿Eso era mi culpa? ¿Por lo que le pregunté...?

—¿Takao? —lo llamé.

No se percató de que lo observaba hasta que me vio. Sus facciones se relajaron, mostrándome un rostro preocupado y atento.

—L...lo siento.

—No te preocupes. ¿Estás bien? —dudé—. Perdona si te puse así, yo no...

—Randall.

Tragué saliva. Su voz había cambiado en algún aspecto. ¿Por qué...?

—¿Qué sucede?

—¿Recuerdas la canción?

—¿La que cantaste para Joseph? —pregunté.

Suspiró. Sus ojos miel me permitieron por primera vez ver la realidad que él estaba viviendo.

—Randy, la canción era para ti.

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besosWhere stories live. Discover now