Jazz II

2.2K 363 154
                                    

—Quédate sentado aquí, ¿sí? Si tienes sed o hambre, puedes pedirle a la chica de allí. —Señaló hacia la barra—. Como tocamos siempre aquí, nos dan las cosas gratis. No te preocupes por el dinero. Las personas son agradables, por lo que tampoco debes preocuparte en socializar.

Rodeé los ojos, sonriendo.

—No soy tan asocial, Takao.

—Estaba bromeando —murmuró, riendo. Me besó en la mejilla y me abrazó durante unos segundos. Creía que, si él seguía abrazándome una y otra vez, terminaría siendo adicto a su tacto—. Disfruta, ¿sí?

—Sí, sí. Puedes irte.

—Solo unos segunditos más.

Noté cómo la gente pegaba los ojos en nosotros y mis mejillas ardieron. ¿Estaban observándonos porque tenía en mi frente una especie de venda adhesiva o porque solo nos abrazábamos?

—Takao, nos están viendo.

—Ah, sí, sí. Ya voy.

Me soltó y, dándome otro beso en la mejilla, se dirigió hacia atrás del escenario en donde otros chicos estaban ya preparados.

Las personas seguían mirándome, por lo que traté de no ver a mi alrededor.

Me concentré en el escenario. Las luces de mi alrededor se habían apagado, dejando solo las que alumbraban hacia allí.

Y de un momento a otro, los chicos comenzaron a tocar.

No lograba reconocer todos los instrumentos, pero sabía que Takao tocaba un saxofón. Lo demás... no mucho. Era bastante hipnotizante el sonido que hacía. Todos mis músculos se relajaban y mis ojos se dirigían sólo a él.

Se veía bastante concentrado y... guapo.

Nada mal.

Me quedé escuchando atentamente a la música, hasta que sentí una respiración en mi oído derecho. Mi cuerpo se petrificó por la sorpresa.

—¿Randall? ¿Qué haces... aquí?

Vi de reojo a Sammy, inclinado hacia mi hombro. Olía horrible. Su aliento emanaba alcohol y no de los licores dulces que mi hermana mayor a veces compraba. Era agrio.

—¿Q...qué?

—¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar. —. ¿No deberías estar en casa?

Su voz estaba áspera. Notaba cómo arrastraba las palabras. ¿Acaso estaba ebrio? Si a él no le gustaba el alcohol. Para nada. Siempre que hablabábamos sobre eso incluso nos burlábamos de los que bebían para atontarse.

¿Qué fue lo que lo hizo hacer eso? O, mejor dicho, ¿qué hacía aquí?

—¿Bebiste alcohol? —cuestioné, antes que nada—. ¿Por qué? Tú no haces eso...

Se sentó a mi lado, soltando una bocanada de aire y cruzándose de brazos.

—Joseph se enojó conmigo al igual que Lato. Me peleé contigo y Mara apenas me dirige la palabra —susurró, mirando hacia el suelo.

El lugar estaba totalmente oscuro menos el escenario. Sin embargo, podía notar su expresión triste de sobra. Estaba sonriendo adolorido.

Se estaba esforzando por no largarse a llorar bajo el control del alcohol. Era la primera vez que lo veía ebrio, así que no sabía cómo era específicamente. ¿Era del tipo borracho sentimental? ¿Si quiera existía ese tipo de cliché?

—Yo... lamento lo de hoy —dije por encima de la música que aún sonaba—. No pensé en lo que decía. Tú sabes que eres un buen amigo para mí y...

—Te quiero —me interrumpió.

Sentí cómo mi cuerpo se volvió tenso. ¿Había escuchado mal? Sí, seguro era efecto de la música y el golpe en la frente.

—¿Qué?

—Que te quiero, Randy. Muchísimo. ¿Te cuento algo? Fuiste mi primer amor —susurró. Levantó la mirada y la fijó en mí. Mi pulso se aceleró. Esto no podía ser real—. Pero cuando me traumé al ver a mi padre siendo pasivo, olvidé mis sentimientos por miedo a ser igual a él. Aunque ahora no me importa serlo. No me importa ser gay o parecer uno. Yo en verdad te amaba mucho..., y fue así por varios años. Te extrañé y te extrañé, engañándome a mí mismo diciendo que solo te extrañaba por ser mi amigo. Y no era así, Randy, no era... Todas esas noches llamándote sin razón alguna, a cualquier hora...

Mi boca no podía estar más que abierta.

Mis pensamientos se estaban mezclando. Sentía una mezcla de felicidad y confusión. Quería llorar. ¿Qué más podía hacer? Sammy hablaba en pasado. Él ya no me amaba como decía hacerlo. Él ya no...

Volví a ver borroso. Esta vez, me di cuenta más rápido que yo ya estaba llorando.

—Sammy...

Sus brazos me envolvieron con fuerza, recordándome los viejos tiempos. Era igual a cuando me ocurría algo malo y él se convertía en mi protector, mi fuerza y mi esperanza.

¿Qué tanto me odiaba ahora como para decirme esto cuando él ya no era ninguna de esas cosas?

—No llores, Randy. ¿Por qué... lo haces? —Se inclinó un poco, tomándome de ambas mejillas—. ¿Es porque me gustabas? Lo siento, no quería asustarte. Perdón.

¿Hablaba en serio? ¿Pensaba que lloraba porque yo era "heterosexual"?

—Yo... yo...

Negué con la cabeza. ¿Cómo podía decírselo? Ni siquiera podía hablar normal.

Apoyó su frente contra la mía, aún sonriendo. Sus ojos se habían vuelto llorosos. Yo ya me estaba cansando de todo esto...

¿Por qué la única persona que quería en el mundo hablaba en pasado sobre sus sentimientos hacia mí? El mundo no era tan cruel como para castigarme de tal modo solo por haberme tardado un poco más al ser honesto, ¿cierto?

¿Qué tal si en serio me confesaba hace tres o cuatro meses? ¿Hace un año?

—Lo siento, Randall. No quise asustarte nunca —susurró.

Mi cuerpo se movió solo. Choqué mis labios contra los suyos.

Era la primera vez que los probaba.

Mis ojos se habían cerrado, tratando de activar solo el sentido del tacto y mi respiración. Yo solo había querido darle un beso inocente, uno que le dijera sin palabras lo que sentí por él todo este tiempo.

No supe al instante si fue sin querer o por el efecto del alcohol, pero Sammy no se había alejado de mí.

Al contrario, me había correspondido con más presión. Nunca había besado a alguien, así que cuando su lengua hizo contacto con la mía, no hice nada más que seguirlo.

Era la sensación más hermosa del mundo. Y a la vez, solo un simple beso.

Ambos nos movíamos; él a su ritmo, y yo siguiéndolo. Esto era lo más atrevido que había llegado a hacer.

Y era genial, hasta que me quedé sin aire.

Obligado, tuve que separarme para que mis pulmones se llenaran del oxígeno que él no había dejado pasar. Mi corazón latía con fuerza, y sentía demasiado calor de cabeza a los pies. Ambos teníamos las mejillas sonrojadas, y no dejamos de mirarnos fijamente a los ojos. Mi respiración se sentía pesada.

¿Cómo podía llamarle a esto?

¿Felicidad?

Me percaté de que la música se había detenido. De reojo, pude observar cómo Takao nos miraba desde el escenario.

Y su expresión fue un balde de agua fría para mí.

¿Por qué él... estaba triste?

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora