Miedos II

2.4K 398 145
                                    

Una voz alterada y conocida me despertó de un sueño borroso. Abrí apenas los ojos, solo para volverlos a cerrar en cuanto vi a Lato y a Sammy discutiendo. ¿En dónde me encontraba...?

La cabeza me dolía muchísimo. Tanto que me costó abrir los ojos.

—No puedes dejar que él se quede aquí, Sam. ¿Acaso estás loco? ¡Joseph te matará! Primero, llevas a Randall a una feria sin decírselo. Segundo, lo arrastras hasta una maldita montaña rusa y tercero, lo traes a tu casa como si nada. ¡¿Es que no tienes sentido común o qué?!

Estoy... ¿en la casa de Sammy?

—Oh, vamos, Lato. Joseph no se enojará. Es ridículo. No seas pesimis...

—¡¿Acaso olvidaste la última vez que tu tonto novio te vio con Randall?!

—Oye, Joseph es todo menos ton... Bueno, sí es un poco torpe, pero...

—¡¿Solo escuchaste el "tonto"?!

—¡Claro que no! Es solo que... Randy es mi amigo. No puedo dejarlo con ese golpe en la cabeza. ¡Su hermana mayor me matará!

Perfecto. Maldita zona de amigos.

—¡No si Joseph te mata antes! ¡¿Es que no entiendes?! ¡Recuerda cuando te pusiste celoso del ex de él! ¡Casi matas a alguien! ¡¿Por qué piensas que él no se sentirá de la misma forma?! ¡¿O peor?!

—¡Es diferente! —Su voz me hizo poner la piel de gallina. Ni siquiera estaban gritando, pero estaba enojado—. ¡Ese maldito intentó abusar de Joseph! ¡Yo nunca intenté hacerle daño a Randall! ¡Y lo sabes!

Me removí, haciendo como si recién me hubiera despertado. Abrí los ojos con lentitud y bostecé, aunque casi morí en el intento por el dolor. Ambos me observaron sorprendidos.

—¡Randy! —Sammy cambió por completo su tono de voz. Había pasado de alguien extremadamente enojado a alguien dócil—. Despertaste. ¿Cómo te sientes?

Abrí la boca para hablar, pero un dolor punzante en la frente mucho más fuerte me hizo callar.

—A...auch —susurré.

—¿Te duele mucho?

—¿Qué pasó? —pregunté, llevando mi mano hacia donde me dolía.

—Uh... bueno, te dirigiste a toda velocidad a la punta de un tubo metálico que estaba, raramente, a tu altura. Creo que estaban construyendo algo para niños pequeños...

—¿Me golpeé?

—Y muy duro. Caíste inconsciente y dos chicas me ayudaron a traerte a casa. Quise llevarte al hospital, pero susurraste varias veces que no querías.

¿Que yo qué?

Miré a mi alrededor. Memoricé cada detalle de la casa. Bueno, al menos del comedor, ya que yo estaba recostado en un sofá cómodo.

Era una casa acogedora. Un lugar en el que me gustaría vivir junto a él y mis... futuros hijos. ¿Estaba ilusionándome mucho? El golpe de la cabeza sí había sido fuerte. Podía sentirlo.

—Ya llamé a tu hermana, dijo que puedes quedarte a dormir mientras que mañana vayas a clases y...

Sentí mis mejillas arder. ¿Iba a quedarme en la casa de Sammy a dormir?

—También deberías llamar a Joseph —le interrumpió Lato con seriedad—. Ahora.

—Ya, ya.

Sam rodeó los ojos y se dirigió al teléfono, haciéndole caso.

¿Iba a llamar a su novio?

¿Y si su novio venía y yo tenía que aguantar su maldito amorío? No solo siendo el mal tercio, sino el no correspondido.

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora