11| 20 preguntas que no quiero responder

169 27 419
                                    

11| 20 PREGUNTAS QUE NO QUIERO RESPONDER

Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.

11| 20 PREGUNTAS QUE NO QUIERO RESPONDER

Amelia

La última clase del miércoles ha acabado y hay un tío pelirrojo delante de mí con los brazos cruzados en mitad del pasillo. Tiene cara de fastidio y peluca de payaso, y me está obligando a hacer acopio de todas mis fuerzas para no pegarle en los huevos y que me deje pasar.

—¿Qué quieres, Roberto? Si no te apartas voy a llegar tarde. He quedado.

Roberto me mira de arriba abajo, como si evaluara lo que soy, y parece que no le gusta el resultado, porque las cejas de color tomate se le cruzan.

—Primero que nada, me llamo Robert.

—Y yo Amelia, pero eso no te ha disuadido de llamarme Amanda antes. Así que dime qué quieres o déjame en paz de una puta vez.

Roberto chirria los dientes, como si lo que fuera a decir le supusiera un esfuerzo titánico, y sospecho que así ha sido cuando le oigo decirlo.

—Quería disculparme.

Elevo una ceja.

—No pareces muy convencido.

—Escucha, Aman... —Se detiene—: Amelia. Creo que he sido un poco capullo.

Me quedo callada, y por alguna razón, él también.

—Continúa.

—¿No vas a decir nada?

—¿Qué estoy de acuerdo?

Vuelve a apretar los dientes, y esta vez me recuerda a una mula pastando paja. Una mula pelirroja, pecosa y espigada.

Roberto la mula suspira.

—No debí haberte tratado así en el restaurante. Perdona.

—¿Te ha obligado Neil a decirlo? Porque parece que te han ensartado un palo en el culo y que solo te lo van a quitar cuando me vaya.

—No —masculla—. Ha salido de mí.

—Pues pides disculpas de una manera pésima.

Me divierte ver las orejas de Roberto colorarse hasta que no se sabe dónde acaba su cara y empieza su pelo.

—Mira. No me caes bien. Y creo que yo a ti tampoco. —Qué observador—: Pero supongo que no eres la chica aprovechada que creía que eras, así que te debo una disculpa, ¿vale? No sé si ya lo sabes, pero Neil tiene muy mala suerte con las chicas, y cuando vi cómo te miraba en el restaurante... Supongo que me salió el instinto protector. No quiero que le vuelvan a hacer daño.

Me quedo callada durante varios segundos. A mi derecha se escurren los últimos alumnos del instituto, que van saliendo por la puerta, y yo no sé en qué parte de todo lo que ha dicho fijarme. Pienso en que, si a Neil ya le han roto el corazón, va un paso por delante de mí para cumplir su amenaza y volverse más famoso que yo.

Hasta consumirnos en palabrasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora