26| Hoy no quiero pasar por casa

105 16 65
                                    

26| HOY NO QUIERO PASAR POR CASA

What it is —Kodaline

Neil

Es miércoles. El columpio se queja cuando me impulso con las piernas hacia arriba y rechina cuando vuelvo. Ya estamos en marzo y hace frío, y aún así voy en manga corta. El aire me acuchilla los brazos como si pasara a través de mis huesos y se queda aferrado a los poros cuando subo y bajo. No hay nadie más en el parque, el que está justo al lado del instituto, solo a un par de calles de distancia, lo cuál está bien, porque no sé cómo de raro sería que un adolescente solo estuviera columpiándose en un parque de niños.

La verdad es que no quiero volver a casa. Me toca con mi padre, y le he dicho que estoy trabajando. Me ha hecho gracia que no supiera que solo trabajo los viernes y algunos fines de semana.

Puede que en realidad me haya dolido.

Por eso tardo un rato en darme cuenta de que hay una sombra alargándose sobre el suelo del columpio de al lado, y no reacciono de inmediato cuando miro y veo quién es.

Laura sigue teniendo el pelo verde. Un poco más largo que la última vez que la vi en el pasillo de la escuela. Tiene las raíces marrones, y le dan un aspecto descuidado que no le queda del todo mal. Y está sonriendo, con una timidez arrolladora que la escuda.

—Laura. Hola.

—Hola, Neil.

—¿Qué haces aquí?

—Vivo ahí en frente —dice, señalando la urbanización que hay al otro lado de la carretera. Me maldigo por no haberlo recordado. Había borrado ese dato de mi mente—. Te vi por la ventana. Al principio no creía que fueras tú, pero ese aire nostálgico-depresivo acabó de convencerme.

—Veo que sigues teniendo el mismo humor.

A los ojos de Laura no les ha llegado la noticia del tinte chistoso y sarcástico que emite su sonrisa. Son de un marrón rojizo, y siempre me ha parecido demasiado lo grandes que son. Como si absorbieran la luz del día.

—¿Qué haces aquí, Neil?

—Estar solo.

—Ja.

—No me ha salido bien, ¿verdad?

Se sienta en el columpio de al lado. La conozco lo suficiente para saber que ha pillado la indirecta y que piensa llevarme la contraria. Siempre ha sido demasiado entrometida.

—¿Por qué quieres estar solo? —pregunta, con un tono de voz más triste, como si derramara agua sobre el suelo.

—¿Por qué no quieres que lo esté? —replico.

—Costumbre.

—Ya. ¿No tienes nada mejor que hacer que estar en un parque abandonado con tu ex?

Laura se encoge de hombros.

—Hoy no.

—Entiendo.

Se balancea en el columpio en silencio, agarrando la cadena con desánimo, como si solo fuera lo que le impidiera caerse de bruces. Mira a las ramitas rotas del suelo y a la tierra levantada de debajo del columpio. La hierba está seca y la tierra húmeda.

—¿Por qué hoy? —pregunta. No dejo de mirarla de reojo.

—¿Por qué hoy qué?

—¿Por qué querías estar solo hoy?

Miro hacia arriba. El cielo está gris y lo odio, pero es lo que tiene marzo; días grises, de invierno, viento de primavera y la sequedad de los finales. En dos semanas se acaba el invierno. En una es el cumpleaños de Amelia Eider. En dos días papá se va de viaje seis meses, y me he enterado esta tarde, cuando ha venido a recogernos a la salida del colegio. Por eso he dejado a Bea en el asiento del copiloto y me he marchado. Por eso he mentido y he empezado a caminar en dirección contraria al coche, hasta que he encontrado el parque. Por no tener que soportar durante los quince minutos de vuelta a casa cómo intenta tranquilizarnos y explicar su ausencia.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 06, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Hasta consumirnos en palabrasWhere stories live. Discover now