14.Soy soltero, así de simple.

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Narra Logan Lerman.

—Bianca, no empujes.

—¡Pero me quitas espacio!

—Los dos vamos a entrar, no te desesperes.

Nuestros hombros estaban pegados entre si, frente a la pequeña puerta de un apartamento que teníamos días sin visitar. Noté que Bianca se mordió el labio; lucía asustada.

—Nos va a mandar a comer mierda.—asume.

—Tal vez, pero igual es algo que debemos hacer.

—No si damos la vuelta y nos vamos por unas cachapas a San Diego.—propone con una gran sonrisa y muchas ganas de irse.—Muevete rápido antes de que abran, coño.

La sujeté de la cintura y la regresé a su lugar. La sonrisa se volvió carita triste.

—A este paso, tendré que comprarte una correa.—me burlo.

—Ese chiste te costará caro.

Escuchamos el cerrojo de la puerta abrirse y nuestras espaldas se colocaron rectas. Nuestra querida Ana nos observaba del otro lado de la reja con la ceja arqueada, sin entender para nada que hacíamos con dos regalos en nuestras manos.

—¿Qué mier...?

—Cállate y escucha, mamagueva.—la interrumpe Bea con amor.—Estamos aquí para pedirte disculpas.

Ya con eso captamos toda su atención, tanto fue así que puso a grabar la cámara de su teléfono. Bianca me miró para que yo continuara hablando.

—Notamos que estos días has estado alejada de nosotros y creemos saber por qué.—suspiré.—No era mi intención hacerte sentir mal, eres una de mis mayores amigas y debo tomar tus sentimientos más en cuenta.

Le di un codazo a Bianca cuando me di cuenta de que no pensaba decir algo.

—Si, yo también me quiero disculpar.—dice de mala gana.—Debo respetar si quieres decirme o no lo que pasa en tu vida y también lamento si hablo demasiado de mis problemas.

—Esto vale oro, muchachos.—Ana encuentra la situación muy hilarante.—Logan siempre se disculpa, la mejor parte es Bunny que prefiere lanzarse de un avión sin paracaídas que asumir que se equivocó.

Mi ex novia bufó y extendió el regalo.

—Abre esa mierda pues,—se refiere a la reja.—nos estás dejando en el pasillo y eso es muy cruel de tu parte.

—¿Y cuándo yo he sido lo contrario?

—Mira, maldita...

Le di un jaló de pelo para que se callara. No creo que haga falta decir que me miró feo.

—Vinimos a disculparnos, no a insultarla.—le recuerdo.

—¡Pero mira como se comporta!—la acusa.—Provoca como caerle a coñazo.

—Verga, aquí hacen escándalo por nada.

Bianca dejó de pelearme al escuchar esa voz al fondo del apartamento de Ana. Nelson se asomó junto a la satánica con una mascarilla dorada y soplandose las uñas recién pintadas de blanco.

No conozco bien a Nelson, solo hemos intercambiado palabras unas cuantas veces, pero creo que no es un comportamiento propio de él.

—Ahora entiendo que ni por el coño nos vas a dejar pasar.—Bianca me miró.—Y después preguntas que por qué dije que no a la canción.

Verán, quise ser original con mi disculpa y escribí una canción para Ana. Es mala y casi no rima, pero me salió del corazón. Le dije a Bianca para practicarla pero creo que me estaba salvando de no pasar pena.

La pajua de Bianca | Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora