21.Raptado por una carajita.

214 39 226
                                    

Narra Bianca Donatelli.

—¿Qué dice?

—Bianca, espera.

—¡¿Cuánto más?! De seguro está defectuoso.

—Si te sigues moviendo, no podré verlo.

—Ok, pero pela bien esos ojos que Dios no solo te los hizo de adorno.

Él rodó los ojos y seguía viendo el medidor de peso mientras que yo tenía el rostro mirando al cielo y con mis ojitos bien cerrados. Estaba nerviosa, es la hora de la verdad, aquí vería si todo valió la pena.

—¿Ya dió número?—agudicé la voz.

—Pues...

—Ay no, ese tono no me gusta. Voy a llorar.

—¡Setenta y cinco kilos!

Qué

QUÉ

QUÉ

LO LOGRÉ

NO ME JODAN, LO HICE

Es que ni esperé a que se levantara completo del suelo cuando me lancé a sus brazos para celebrar este grandioso evento. Logan me ha estado ayudando mucho con la dieta especial para subir algunos kilos, de pana que yo estaba en la mierda ¡Y logré subir 9 kilos en menos de un mes!

—Logan, dime ¿Si peso?—estaba tan emocionada que iba a llorar.—¿Te cuesta cargarme?

—Mas que las veces anteriores si,—contesta y lo volví a abrazar con euforia.—igual sigues siendo tan pesada como una pluma.

—¡Pero se me ve barriga! ¡¿Sabes lo mucho que quería un caucho?!

—Ni me lo imagino.

—¿Que celebramos en el baño?

Los dos nos giramos a la puerta donde Antonio nos observaba con diversión y algo confundido.

—¡Aumenté nueve kilos!—le anuncié con una gran sonrisa.

Antonio no entendía mi emoción por esto, está acostumbrado a que las mujeres más bien se quejen de que no rebajan, pero mi condición no es para nada normal.

Logan me bajó con cuidado y se dirigió al mayor de los tres.

—Bianca y yo hemos trabajado en una dieta estricta para ella con la ayuda de mi nutricionista.—le resume. Él está igual de contento que yo.

—¡Viva el doctor Morgan y sus dietas a base de hamburguesas!—exclamo yo, alzando el puño.

—¡Y los suplementos!

—Esos suplementos saben a mierda.—me quejé, arrugando la cara.—Espero que me los quite pronto.

—Yo pasaba por aquí para dejarte tu paga.—Antonio me entregó los dólares en efectivo.—Y para informarles que hay un perro grande en la sala jugando con una chiripa.

Sonreí con picardía mientras codeaba a Logan, el cual estaba a punto de hacerse el loco.

—Dile pues, asume tu barranco.

—Es Louie. Bianca y yo lo rescatamos y... Me encariñé con él.

—¡La misma noche que dijo que no quería perro!—añadí lo más importante, riéndome.—Es que yo sabía, nojoda. Ese perro empezó siendo mío y terminó haciéndole caso a Logan. Igualito no me molesta porque están destinados a ser compañeros.

Antonio le pidió traducción a Logan con la mirada.

—Bianca cree que las personas tienen un alma gemela en mascotas y como vio que Lou me quiso desde el principio, dice que es amor a primera vista.—le resume, aún avergonzado.

La pajua de Bianca | Logan LermanWhere stories live. Discover now