18.Mata fiebre.

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Narra Bianca Donatelli.

Yo no sé que sea. Si la falta de sueño, las horas extras de trabajo o las empanadas que me comí en un kiosco. Pero de verdad me siento fatal.

Los últimos días he estado sola. Ana y Nelson por su lado, Logan en Estados Unidos y Antonio aún no regresaba. Me sentía hasta peor que cuando regresé yo sola a Venezuela.

He tenido repentinos mareos y dolores de cabeza intensos. Me siento sofocada a veces. Sin embargo, eso no puede impedir que cumpla con mis trabajos; pues a mi padre le mandaron nuevos antibióticos y cada día son más costosos.

Por las noches, nada mejora. Saqué el anillo de promesa de un cajón y lo observaba junto con el de compromiso, sintiéndome miserable por no darme cuenta antes de sus intenciones ¿Por qué? No lo sé, no debería sentirme así, no era mi trabajo descifrar lo que pasaba por su mente.

El dolor en mi cuerpo se hace más intenso cada noche.

No sabría decir cuántos días pasaron en realidad, solo sé que una mañana en la que estaba fundida en mi cama mirando los anillos. La puerta del apartamento se abrió.

—¡Hola!—la reconocible voz de Logan inundó todo el piso.—¡Ven a ver lo que Linds y Lily enviaron para ti!

Su entusiasmo me indica que la pasó de maravilla allá. Me alegra por él.

Guardé los anillos en el cajón de mi escritorio y salí a recibirlo, intentando poner mi mejor semblante  y olvidarme que tengo esas joyas guardadas en mi habitación. 

Logan se había ido con una mochila, pues se iba a quedar unos días nada más. Pues, regresó con tres más.

—Ok, antes de que empieces a registrar cada uno de mis bolsos en busca de alguna chuchería, debo preguntar—fijó su vista en la nevera.—¿Seguiste la dieta?

Contexto: antes de irse, Logan dejó unas hojas pegadas en la nevera con las indicaciones de su nutricionista para mí y mi tratamiento para subir de peso. Obvio no lo seguí porque después de lo que pasó con Franchesca me asqueaba la comida, pero finjamos que si.

—Si, todo al pie de la letra.—mentí.

Su sonrisa me partió el corazón.

—Entonces vamos a mi cuarto, tengo muchas cosas que contarte.

Lo ayudé a dejar los bolsos en el suelo de la habitación y nos lanzamos a la cama para conversar. Subió el bolso más pequeño y sacó una bolsa de regalo.

—Esto es de mi hermana y Lily.—lo deja en mi regazo.—Dicen que te extrañan.

Nada dice más "Lindsey Lerman y Lily Collins" que un vestido negro brillante de noche que debe valer más que mi cocina.

—Ya descubriré dónde usarlo sin que me lo roben.—bromeé, doblando la prenda y dejándola a un lado.

Dean y Lucas me mandaron un portaretratos digital cargado con puras fotos de ellos. Q horror. Pero aprecio mucho el gesto, también los extraño.

Emma, Ezra y Tom no se quedaron atrás. Mandaron con Logan una maleta llena de chucherías con algunas cartas selladas. Después las leeré con más calma.

—Ajá, pero mientras me estás mostrando todo esto, échame los chismes.—le pido, porque si no, me voy a poner a llorar como la propia marica.

Él soltó una pequeña carcajada y empezó a rebuscar en el bolso que sé que guardó su ropa. De ahí sacó un trofeo algo mal pintado y me lo entregó.

El grabado decía "Logan Lerman: el mejor padrino que este cochino mundo va a conocer"

—Venus me nombró padrino del bebé.—anuncia con emoción contenida.

La pajua de Bianca | Logan LermanWhere stories live. Discover now