15.Pal comando

190 37 212
                                    

Narra Logan Lerman.

Nunca me imaginé estar en esta situación. De verdad. Jamás.

Culpo a Venus y la influencia que puso en mí, capaz si supiera lo que está pasando, me felicitaría lanzandome escarcha.

—Coño, prima ¿Qué te he dicho que hicieras cuando escuchas ruidos raros?—Franchesca fue descarada al hablar.—Te alejas hasta que una persona salga medio decente.

Bianca lanzó al piso las cosas que cargaba y cruzó los brazos. Estaba molesta. Muy molesta.

No es justo, no tiene derecho a molestarse, ella dejó muy claro que ya no somos nada hasta que no se sienta preparada ¿Que quería? ¿Que la esperara toda la vida?

—Acabo de llegar del trabajo.—su voz me causaba algo de terror.—Voy a darle los medicamentos a mi papá y mientras los dos se visten. Cuando termine, espero que Franchesca esté fuera de mi casa y Logan listo para ir al mercado.

Fruncí el ceño ¿Que coño?

—Pero si nunca te acompaño al mercado.

—Pues ahora me doy cuenta que dejarte aquí es un desperdicio, serás más útil ayudándome con las compras.—escupe con desprecio.—Así que muevan ese culo.

Sale de la habitación cerrando la puerta. Su manera de hablar también me molestó y como nos trató; yo jamás hubiera reaccionado de ese modo si fuera al revés la cosa. De verdad me enfurece su actitud individualista y controladora.

Y se lo diré.

Vaya que si.

Franchesca se vestía más rápido de lo que imaginé. Intercambiamos unas cuantas palabras que lo más resaltante fue que quería salir conmigo de verdad y yo no me negué, no esperaré más por Bianca. Aquí no hay nadie que espante a las chicas con las que quiero o no tener algo. El único que puede decidirlo soy yo.

Me quedo esperando a Bianca por unos minutos hasta que sale del pasillo y camina hasta la puerta sin intenciones de esperarme a mí. No tenía ganas ahora de acompañarla de compras, pero si quería dejarle las cosas en claro, así que no me quedó de otra más que seguirla hasta la camioneta en completo silencio.

El silencio era fúnebre, se sentía demasiado incómodo. Yo estaba esperando a que ella dijera algo, pero parecía no tener intenciones de hacerlo, así que lo hice yo.

—Bianca, no entiendo que es lo que te mo...

—Cállate.—me interrumpe abruptamente, sin despegar sus ojos del camino.—Cállate la maldita boca.

Su seriedad y altanería eran cosas que no había experimentado anteriormente. No de este sentido. Ella no se había atrevido a hablarme así.

—Para algo me ordenaste que te acompañara.—dije con un tono que se notara mi molestia.—¿O te molesta que esté fuera de tus manos?

Ese comentario me costó una cachetada a medias porque tenía que concentrarse para no chocar.

—¡Que bolas tienes tú de hablar tanta paja después de lo que hiciste!—me grita hirviendo en su propia rabia.

—¡Ay, Bianca! ¡No me vengas con eso ahora!—me quejé, alzando la voz.—¡Dime ¿Qué mierda hice ahora?! ¡¿Seguir con mi vida?!

—¿Eso te parece seguir con tu vida?—bufó.—Te creí mejor que esto.

¿Cómo puede ser tan cínica para hablar así de mí y de Franchesca? Bianca no es una joya, no tiene derecho de señalar a otros por sus acciones que considera "errores".

La pajua de Bianca | Logan LermanWhere stories live. Discover now