2.Vivan los novios y los sugars.

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Narra Bianca Donatelli.

Miré el avión desde la salida del aeropuerto y entré en pánico.

Noooooo marico, yo no voy pa ningún lado.

—Me regreso por dónde vine.—anuncié, agarrando mis lindos macundales y yéndome al contrario del avión.

Antonio me sujetó por la cintura y me devolvió a mi dirección original.

—No eres una cobarde y te vas a montar en ese avión.—sentencia. De vaina y no me empuja el marico este.

—Me huele a reto.

—Me sabe a culo tu reto, coopera y danos un divertido fin de semana en una boda que obviamente será inolvidable.

Le entrecerré los ojos.

—Creo que mi error más grande fue invitarte.

Soltó una carcajada que llamó la atención de los demás pasajeros.

—Tarde o temprano ibas a arrepentirte, que bueno que te das cuenta ahora.

—Tienes razón, así puedo con todo gusto meterte un coñazo cada vez que me hables durante el vuelo.—le sonreí cínica.

—Siempre lo haces con gusto, linda—me guiñó un ojo así súper coqueto y depositó un beso en mi frente.—¡A hacerle la vida imposible a los gringos, carajo!

(...)

Narra Logan Lerman.

—¿Y si se cae el candelabro? Dicen que eso trae mala suerte.—mi hermana caminaba de un extremo de la habitación al otro con los nervios al cielo.—¿Será que la banda ya llegó? ¿Todos los invitados se sentaron dónde les corresponde? ¡Si uno se sienta en un lugar donde no está su nombre voy a...!

—Linds, relájate. Todo está perfecto.—Olivia la detuvo colocando sus manos sobre los hombros de la novia y sonriéndole.—Ya no hay vuelta atrás, vas a casarte.

—Voy a casarme...—murmuró sin haberlo meditado bien antes.

¿Que qué hago yo en la habitación de la novia? Tampoco lo sé. Olivia y Ana me pidieron que subiera a dar mi opinión sobre cómo lucía mi hermana y, claro, para llevarme a Leandro, el cual no ha parado de llorar desde temprano.

Ana y la otra dama de honor, que es una amiga de Linds de la universidad, me codearon las costillas fuerte; esperando a que yo diga algo.

—No estoy en mi hábitat natural.—les reclamo en susurro.

—Improvisa, eres actor.—puntualiza mi querida Annie.

Aclaré mi voz y con mi sobrino entre mis brazos, me acerqué a mi hermana mayor. Ella miraba en dirección a la ventana, pero sus ojos estaban perdidos en su mente. Nadie podía creer que este día al fin había llegado; ella y David llevan tanto tiempo juntos que ya sentíamos que eran marido y mujer.

—Eres la novia más bella que existe.—me paro a su lado, rozando nuestros hombros.

—Solo lo dices porque soy la única vestida de blanco.—suelta.

—Lo digo en verdad.—insisto, abriendo mi corazón.—Todo esto: la boda, el bebé... Todo lo que está ocurriendote ahora mismo te sienta bien. Luces radiante, Linds. Luces más feliz de lo que alguna vez fuiste.

La pajua de Bianca | Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora