49.El sonido de tu voz.

141 23 45
                                    

Narra Logan Lerman.

—En términos de afrontar la pérdida de manera sana... No lo están haciendo.

Ana López. 24 años. Geminiana de 1.63cm cabello castaño y ojos azules. Justo ahora me observa con aburrimiento o quizás arrecha, la verdad a estas alturas ya no sé que sentirá respecto a mí.

—¡Estamos bien! En serio...—me detuve, pensándolo mejor.—Bueno, estamos trabajando en ello.

—¿Ah sí? ¿Y cómo?

—Estoy aquí. Hablando contigo.

—¿Y dónde está Bianca?

—Posiblemente haciendo algo estúpido.—fruncí los labios, mirando fijamente mi taza de café.—Pero no potencialmente peligroso.

—Si estamos hablando de tu novia ¿Verdad?

—Ana, no estoy para juegos.—resoplé.—Necesito pastillas para dormir y ni siquiera eso ayuda a Bianca con el insomnio. Al menos en el día me mantengo ocupado con mi película y no pienso mucho en eso, pero ella ni siquiera ha vuelto al edificio de MTV, deambula por el apartamento todo el día.

Es obvio que estoy llevando la situación mejor que Bianca, de verdad hago mi mayor esfuerzo por ayudarla pero se bloquea. Christian, su psicólogo, me dice que con el tiempo ella mejorará, que es fuerte; pero la veo cada día peor y ya he intentado todo lo que se me viene a la mente.

—Dejame hablar con ella,—inciste mi amiga satánica.—le doy unos lepes y se le quita la mariquera.

—Ni se te ocurra.—le advierto.

—¿Entonces que caso tiene decirme lo que pasó?

—La conoces mejor que nadie, necesito es que me ayudes a hacer algo. Pero ella no debe saber que te dije.

—Mentiras. Empezamos mal.

Dejé caer mi cabeza en la mesa del comedor de Ana, cansado. Este año ha sido fatal desde antes de iniciar, no puedo tener tres semanas tranquilo porque pasa algo que desestabiliza mi relación con Bianca y ya estoy harto. Me hace añorar la época cuando nos conocimos, los primeros momentos de noviazgo...

Incluso extraño que mi único problema sea que Bianca y Froy fueran novios. Al menos ahí la veía más soñadora, más feliz.

A veces culpo su etapa en Venezuela, pues me trajo a una Bianca muy diferente; pero debo dejar de pensar así, ahora es mi culpa por no regresarla a la luz. Por estar aquí en vez de estar con ella, aunque siga esforzándose por alejarme.

—Debo irme.—me levanté del banco mientras agarraba mis llaves en la mesa.—Ni siquiera sé para que vine.

—Porque sin mí, tu vida sería triste.—Ana se encogió de hombros.

—La mía si lo sería.

Lucas salió del cuarto de Ana comiendo un tazón de uvas. Arqueé la ceja, llevo aquí más de hora y media y me estoy enterando que estuvo aquí todo ese rato.

Miré a Ana, esperando una explicación.

—Tenemos una cita.—me revela en susurro.

—¡Ana me dió otra oportunidad!—gritó mi hermano, estrechandome entre sus brazos muy contento.

—Yo nunca dije que íbamos a regresar.—aclara ella, mirando a Lucas con advertencia.

—Eso dice ahora—me habla a mí como si Ana no estuviera ahí.—pero prepara tu mejor traje porque habrá boda, señores.

—Solo acepté que me brindara un café.—Ana sigue insistiendo que no es nada.

—Y esta es la historia que le contaremos a nuestros hijos.

La pajua de Bianca | Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora