34. Y me hace falta el aire

141 12 1
                                    

~ Ruth ~

Aquella noche durante la cena no quise acercarme mucho a Villa. Nos estábamos poniendo demasiado intensos y más valía poner distancia. Él me lanzaba miradas confusas y yo le daba una de cal y otra de arena. Temía arrepentirme cuando estuviera lejos, pero ése no podía ser motivo de estar pegados como lapas todo el tiempo. Yo era una chica independiente. Y no iba a permitir que eso cambiara a pesar de que tuviera que luchar con una parte de mí y contra esa corriente magnética que procedía de Villa.
- ¿Me ignoras?- me preguntó antes de entrar al bungalow para acostarse
- Sabes que no. Descansa. Mañana será otro día.
- ¿Quieres dormir conmigo esta noche?
- Estás loco.
- Sólo dormir- aclaró.
- Hace calor y estas camas son diminutas- razoné.
- Está bien. Tendré que esperar al invierno- bromeó.
- Que descanses- me despedí, besándole.

Cuando todas dormían, me levanté y me escapé a la playa vacía. Hacía viento, Isaza no llegaba y comencé a pasar frío.
- Traje unas mantas- me sorprendió mi amigo, colocándome una sobre los hombros.
- Gracias. Gran idea. Pensaba que ya no venías.
- Tenían ganas de fiesta esta noche.
- ¿Les has contado lo que ha pasado esta tarde?
- Voy a tener broma para rato- asintió con una sonrisa tímida- La culpa de ellos, por no avisarme.
- Eso es cierto. Pero vamos a dejarlo. ¿Tú cómo estás?
- No tan bien como tú. Tiene a Villamil como loco. Me alegra que al fin estén juntos.
- Es como estar en un sueño.
- Sin embargo, esta noche no estaba muy contento.
- ¿Eso te ha dicho?- bajé la cabeza- Simplemente, necesito vivirlo con calma. Estaría todo el tiempo pegada a él sin que me importara el resto del universo. Y tampoco quiero eso. Vamos a tener que acostumbrarnos a la distancia.
- A eso ya están acostumbrados.
- ¿Crees que me equivoco? ¿Que debería aprovechar cada segundo con él?
- Eso lo tiene que ver usted.
- Pero tu opinión es valiosa para mí, Isa. Siempre me das buenos consejos. Y eres su mejor amigo.
- Yo creo que está bien que aprovechen a estar como tortolitos. Pero te conozco y sé que necesitas tu espacio para pensar. Entiendo tu reacción, aunque sería bueno que se lo explicaras a Villa para no desconcertarlo.
- Lo haré. Gracias... ¿Y tu corazón? ¿Sigue ocupado?
- No sabría decirle...- suspiró
- ¿Cómo que no? Pensaba que estabas enamorado. Andrea se llama ¿no?
- No estamos juntos desde hace tres meses.
- Oh, Isa... No lo sabía... Lo siento... ¿Por qué lo dejásteis? Parece que sigues pillado.
- Ha sido duro. He preferido no hablar del tema porque dolía. Y ahora no sé muy bien qué siento. Si es la costumbre, los buenos recuerdos o si realmente sigo queriéndola.
- ¿Te dejó ella?
- Fue de mutuo acuerdo. Es difícil salir con un artista, ya lo comprobará. Demasiado tiempo, demasiada distancia, demasiados comentarios malintencionados...
- ¿Quién podría no confiar en ti?
- Usted siempre me mira con buenos ojos, Ruth. Ojalá ella también lo hubiera hecho, porque yo no sería capaz de engañarla. Antes terminaría.- se tapó el rostro y se frotó los ojos con los nudillos- Pero no la quiero amargar con esta historia. Se pasará. Es cuestión de tiempo.
- Me interesa todo lo que tenga que ver con cómo te sientes, Isa. Somos amigos. Y no creas... Mi historia también tiene sombras...
- ¿Y eso? ¿Algo no va bien con Villa?
- No. Villa es un amor. Es Sergio.- cogí aire y le expliqué lo que había pasado- Sergio es mi mejor amigo. Él me falta aquí. Siento que estando distanciados, me falta una parte de mí. Y sin embargo, no le puedo pedir que esté. Sólo conseguiría hacerle daño.
- Lo siento, Ruth. Entiendo que no es nada fácil lo que está viviendo. ¿Por qué no lo habla con Villa? Él merece saberlo.
- No quiero crear malos rollos entre ellos...- se me humedecieron los ojos- Sería tan perfecto poder tenerlos a los dos cerca de mí...

Me abrazó y lloré sobre su hombro.
- Tumbémonos a ver si vemos una estrella fugaz a la que poder pedir ese deseo que tenemos en el corazón- propuso.

Nos echamos sobre las mantas y contemplamos el precioso cielo estrellado.

- ¿Crees que hay alguien allá arriba jugando con nuestras vidas?- pregunté filosófica.
- Creo que si hay alguien allá arriba que ha tejido este maravilloso manto estrellado, será capaz de crear algo mucho más bello con nuestras vidas- contestó reflexivo.

Continuamos en silencio, queriendo atisbar en la inmensidad celeste una estrella en la que confiar nuestros anhelos, hasta que nos quedamos dormidos el uno junto al otro.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Where stories live. Discover now