58. Todas las cosas que nunca hicimos

117 10 3
                                    

~ VILLA ~

- No me pienso mover de acá. Y no voy a cambiar de decisión- afirmé con rotundidad.
- Perro, no me contraríe que el que está convaleciente soy yo. Usted necesita descansar. Y darse un baño, por cierto. ¿Se ha visto? A mí no me hace falta que se quede nadie. Por Monchi y Marto se puede quedar cualquiera. Y Pedro, Juanjo y Jhon Mario están en mejores condiciones.
- Pero ustedes son como mis hermanos. No me voy a ir, sin saber...
- Le avisaremos de cualquier novedad, ¿no es así, Pedrito?

Isaza tosió y escupió algo de sangre al pañuelo. Le habían hecho una prueba y entraba dentro de los síntomas.

Pedro asintió, pero yo no me quedaba tranquilo.
- ¿Le pueden dejar entrar a mi salvadora? Y lo hablamos con ella.- volvió a la carga mi amigo. Ni en su estado abandonaba la tenacidad.
- No hay nada más que hablar. Está decidido.- reivindiqué.

Pedro salió con los músicos y entró Ruth.
- Isa... - se aproximó a la cama, prudente- ¿Cómo te sientes?
- He pasado por momentos mejores. Pero estoy bien. Usted fue una valiente allá dentro- recordó lo acontecido
- Si no os hubiera invitado, nada de esto os habría pasado...
- No diga eso. No podías saber que iba a ocurrir- dije acercándome a ella.

Momentos antes había temido por su vida y puedo asegurar que nunca había pasado tanto miedo. Un miedo atroz que se me había instalado en las tripas y todavía no se había ido. No me imaginaba ya sin ella. Como no me imaginaré jamás sin mis amigos. Estamos juntos desde que éramos unos niños y yo no soy sin ellos. ¿Tan difícil era de entender que quisiera quedarme en el hospital y ser el primero en conocer su situación? Ni siquiera nos habían dado un pronóstico. Y eso no podía ser buena señal.
- Todos necesitamos asimilar lo que ha pasado... Estábamos hablando de que Villa se fuera a descansar esta noche- dijo Isaza.
- No me voy a ir. No insista más...- me quejé.
- Yo también lo había pensado- me sorprendió Ruth- No me mires así.- me tomó la mano- Lo que hemos vivido hoy ha sido muy fuerte, muy duro. Necesitas descansar y cuidar de esas heridas. Puedes venir a casa. Mañana a primera hora, estaremos aquí. Prometido.

En ese momento, llamaron a la puerta y entró Pedro con una sonrisa.
- ¡Buenas noticias! Marto y Simón han respondido bien a la intervención médica. Los mantendrán intubados para asegurar una buena ventilación. Pero están fuera de peligro. Marto además se fracturó la pierna, así que tendrá que usar muletas un tiempo y recibir sesiones de rehabilitación.

Nos abrazamos emocionados. Era la mejor de las noticias.
- Ha habido cuatro fallecidos de personas que estaban en los pisos superiores. Debió ser un escape de gas lo que provocó la explosión. Nos podemos considerar afortunados.

- ¿Ha visto, papo? Se puede ir tranquilo. Está acá y total tampoco se enteró cuando llegó el doctor.- Isa se reía de mí y de felicidad tras la noticia de Pedro.

No podía creer que mi amigo todavía tuviera ánimo para bromas después de todo. A mí me vino todo el cansancio de una en aquel momento. Me abracé a Isaza y me eché a llorar de puro alivio y desgaste.

Ruth pidió un taxi y fui con ella a su casa. Antes, nos acercamos al hotel a por algo de ropa. Al día siguiente veríamos si hacíamos las maletas. De todas formas, los padres de los Vargas llegarían entonces y se podría alargar la estancia de al menos una habitación para ellos.

Ruth tenía un piso diminuto en el barrio de Batán, en dirección opuesta a la Cañada Real y cerca de Casa de Campo. Durante un tiempo dejé que el agua caliente de la ducha me nublaran los pensamientos. Las heridas dolían, pero no me importó.
- He hecho algo de cena. Mi cocina es de supervivencia, pero le he puesto cariño- se excusó cuando entré en la cocina con el cabello húmedo todavía.
- Está muy rico- le agradecí, aunque por primera vez en la vida no tuviera apetito.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Where stories live. Discover now