37. Aunque quiera tenerte

131 11 3
                                    

~ Ruth ~

La vida volvió a la normalidad a mediados de agosto con la llegada de Sergio y sus inseparables a Madrid.

Era la primera vez que pasábamos tanto tiempo sin contacto, si acaso algún tímido whatsapp, pero gracias a El Cousin y Angelito, a la música, el primer encuentro para organizar el curso fue ameno. Sin embargo, no era la misma cercanía de siempre. Y ambos lo sabíamos.

Cuando comenzaron a recoger para irse, le pedí a Sergio si podía hablar un momento a solas con él.
- Uy... Qué misteriosa- bromeó El Cousin, pero tanto él como Ángel decidieron esperar abajo, fumando un cigarro.
- ¿Qué tal la vuelta a Madrid?- pregunté sin saber por dónde empezar.
- Bien. Ya sabes. Cuando estás acostumbrado a esta vida, estar demasiado tiempo en familia se hace raro.- comentó sin mirarme- He visto en redes que tu estuviste unos días en la playa, con una buena cuadrilla.
- Faltastéis vosotros.
- Como no nos avisaste...
- Sí, es verdad. Para mí fue una sorpresa y como... Tampoco te quería molestar...
- Es igual... Bueno, Ruth, me voy que están esos dos esperándome...
- Sergio, si crees que lo mejor es que deje de ser tu mánager, lo entenderé.- solté sin darle más vueltas.

Por primera vez en toda la tarde, nuestras miradas se cruzaron.
- ¿Por qué dices eso?
- No te hagas el tonto. Paso de trabajar sin el buen rollo que nos caracterizaba. Hay tirantez.
- ¿Es eso o que te han ofrecido algo mejor los colombianos?
- ¿Cómo me puedes preguntar algo así?
- Perdona... Perdona, Ruth... Llevamos toda la vida juntos... ¿y quieres irte?
- No. No quiero. Pero necesito recuperar el compañerismo. Eres mi amigo. Y necesito saber que lo quieres seguir siendo y si es así, que vamos a seguir hablando, contándonos lo que nos preocupa...
- Ya lo he pillado. Creo que esto merece una charla más larga y profunda.
- ¿Quieres quedarte a cenar? Tengo pizza- añadí apresurada.

Sergio sonrió y dijo que se iba un minuto a decirles a su bajista y percursionista que se fueran sin él.

- Hagamos un acuerdo de convivencia- sugirió mientras cogía un trozo de pizza.
- ¿En serio lo vamos a poner por escrito? Resulta rígido.
- Sólo al principio.
- Bien. Plantea.- me dispuse a tomar notas en mi cuaderno- ¿Qué quieres?
- Seguiremos haciendo música como hasta ahora. Y nos acompañarás en las giras. Por mi parte, prometo no volver a insinuarte mis sentimientos.
- A eso, añado que nos seguiremos tratando igual que siempre.
- Estamos de acuerdo. Pero dame algo de tiempo...
- Dos días y ya has perdido uno- sonreí.
- Por mi parte nada más. Yo también quiero volver a la normalidad.
- ¿Abrazo?- hice un pucherito, alargando los brazos hacia él- ¿Te molestaron las fotos de la playa?- pregunté cuando finalizamos el abrazo.
- No. La palabra no es molestar... Ruth, me alegro de que seas feliz y hayas encontrado con quien serlo... Pero no puedo evitar sentir un pellizco en el corazón al verte con Villamil... Se nota que os queréis mucho. Preferiría que no me hablaras de él, si es posible.
- Es posible. Claro que es posible. Salvo si se trata de temas de trabajo.
- Evidentemente.
- Me alegro de que lo hayamos aclarado, Sergio.
- Y yo también.

En ese momento, comenzó a sonar mi móvil. Era Villa por videollamada. Solíamos hablar siempre por la noche, hora española. Pero le corté. Estaba deseando hablar con él, pero no quería que Sergio se sintiera incómodo.

Le llamé más tarde, cuando Sergio se fue. Calculé que debían ser las 17h allí.
- Hoy era el primer día de vuelta al trabajo, ¿no? Me he imaginado que no habrías terminado. ¿Qué tal ha ido?
- Muy bien- no le desmentí que hubieses acabado antes, ni le conté que había cenado con Sergio. La distancia siempre magnifica la realidad- Ya los conoces. Siempre con bromas, música...
- Cómo extraño componer contigo, allá con el resto...
- Yo también... En noviembre.
- En noviembre. Se me va a hacer eterno.

Pero no pudo ser. Morat tenía preparada una gira desde noviembre hasta después de Navidad por España, que sería a la vez que la gira de Sergio, pero Villa y yo habíamos planeado vernos varios días que coincidíamos. Era bonito hablar de los preparativos y tenía tantas ganas de verle, que me hacía feliz sólo pensarlo. Hasta que recibí esa llamada.

- Es el padre de Isaza. Lo han tenido que ingresar en el hospital. Está grave. Todavía le están haciendo pruebas- me informó.

Fue a principios de noviembre. Pero el proceso de hospital se fue alargando en el tiempo y cancelaron la gira. No iban a dejar a su amigo cuando más apoyo necesitaba. Mil veces le pedí que me dejara ir a verles, pero él me refirió que era mejor que Isaza se sintiera arropado por unos pocos, para no agobiarle y por otro lado, él mismo no podría dedicarme la atención que le gustaría. Lo comprendí.

Atrasaron todas las giras y lanzamientos previstos durante varios meses. Las llamadas cada vez se hacían más espaciadas en el tiempo y más breves debido a sus ocupaciones y las mías. Los whatsapp cariñosos ya no eran diarios y no me bastaban los esporádicos. Le echaba de menos. Y por otro lado, nuestros sentimientos se estaban enfriando. Ver mal a Sergio tampoco ayudaba y sentía que la vida me pesaba como una losa.

Villa y yo habíamos estado tan juntos y el cambio era tan brutal... Lo que sentíamos no sobreviviría sin vernos ni tocarnos mucho más tiempo. O no era que no sobreviviera, era que la necesidad nos iba a hacer caer en la locura.

"Urgente vernos hoy y hablar, por fa", le mandé un mensaje un día.

- Perdóname, Ruth. Sé que he estado desaparecido...- me dijo por Skype.
- Te echo de menos, Villa... Comprendo la situación, pero... Es que lo nuestro así no avanza, no va a ningún lado. Y yo no quiero ser una carga más de la que tienes que cuidar. Si estuviéramos cerca, podría ser tu apoyo, pero así... ¿Cómo está Isaza?
- Está mejor. Su papá se va recuperando en casa. Ha perdido mucho y ahora tiene que recuperar. Son un gran equipo como familia...- suspiró- Respecto a nosotros, tiene razón. Así no hay relación que funcione. Pero no quiero que termine, Ruth.
- Te quiero mucho. Pero quizás no es nuestro momento... - sentí que se me humedecían los ojos. A él también. Entendíamos lo que estaba ocurriendo y no queríamos.
- Ruth, prométame que aunque lo dejemos por ahora, no olvidará esto que hemos vivido, que no se olvidará de mí... Acaso algún día, lo podamos intentar otra vez.
- Villa... No te olvidaré nunca. Si has sido lo mejor que me ha pasado. Y si no fuera por las circunstancias... No dejaría que esto se acabase.
- Te amo, Ruth.

No pude despedirme. Cerré el ordenador y perdimos la conexión.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora