46. Yo entreno a mi corazón roto

110 10 7
                                    

~ Ruth ~

- ¡¡¡¡¡¿¿¿¿QUÉ???!!!!! Es que qué c*brón, qué c*abronazo. ¡Lo sabía! Es el típico tío que va de bueno, pero se cree con derecho a todo. ¡QUÉ CA...!

Los gritos de Eva debían llegar a la calle hasta que María le ordenó que se callara.
- Ruth nos lo ha contado para que le apoyemos, no para que te pongas a despotricar, Eva, por favor.
- ¡Lo siento! ¡Lo siento! Pero es que me toca la moral, ¿vale? No me gusta ver a mis amigas sufrir por un machito de estos. Os dicen que os quieren y vais vosotras, inocentes, y os lo creéis... De verdad que yo no entiendo como existen las parejas hetero todavía. No nos sale a cuenta. A partir de ahora, haz como ellos, Ruth, los utilizas y luego, si te he visto, no me acuerdo.

Eva estaba fuera de sí. Yo la escuchaba gritar (porque había disminuido el volumen, pero seguía gritando) y no podía estar más de acuerdo con ella. Siempre la teníamos como la más radical del grupo, pero en ese momento, sus palabras convertían mi tristeza en rabia y mi decepción en ira.

No lloraba. Se me habían escapado las lágrimas por el camino y sabía que si aquella confesión me dolía tanto después de un año separados, era porque seguramente, donde hubo fuego, quedaban las brasas que había querido ocultar, sin terminar de apagar. Y lo que más me dolía era que todo había sido mentira, que yo había renunciado a mi ideal de vida libre confiando en él y que nunca me quiso, porque quien te quiere, no te apuñala ante la primera dificultad.

- Eva, cállate- le espetó María, con una mirada asesina- Ruth, ¿qué podemos hacer para ayudarte, para hacerte sentir mejor? ¿Quieres que nos quedemos unos días aquí contigo y te cocinemos rico y te cuidemos?
- Necesito una buena juerga, con borrachera incluida.- les sonreí en un intento de demostrar fortaleza.
- ¡Eso está hecho!- exclamó Mar, dando palmas- ¡Vamos a ponernos guapas para nosotras y que tiemble Madrid, que nos la vamos a comer!!

Salimos a medianoche hacia los antros y discotecas más top del centro. Si algún chico se nos acercaba, lo espantábamos rápidamente. Y bailamos y bebimos. Y bebimos y bailamos. Y reímos. Y bebimos y bebimos hasta cerrar los últimos bares que quedaban abiertos. Y mientras que a Mar le dio por reír por la cogorza que llevaba encima, a mí me dio por llorar por Villa. ¿Se podía ser más patética y caer más bajo?
- Bea, es que no me acosté con él... Si me hubiera acostado... No me hubiera engañado y seguiríamos juntos.- sollocé con voz gangosa.
- ¿Acostarte con ese pijo? Me darían arcadas- contestó Eva- De menuda te has librado... Imagínate tener que dormir todas las noches con 'eso', incluso estando sobria.

Las únicas que se habían mantenido sin alcohol en vena para cuidar de las demás fueron Bea y María, que se miraron con complicidad, escuchando a las idiotas de sus amigas. Se hubiesen echado a reír si mi estado no hubiera sido tan deprimente.
- No, Ruth. Si él se lió con otra por no acostarte con él, no te convenía. Y lo sabes. Ahora estás borracha y ves todo negro, pero ahora eres totalmente libre. Eso es lo bueno.- me consoló Bea, mientras me hacía una trenza, sentadas en el banco de una plaza.

Cuando llegamos a casa, caímos dormidas donde pudimos. Era 1 de junio. Cuando despertara, asumiría el reto de mes nuevo, vida nueva.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora