¿Qué pasaría si al salir de comprar un juego de realidad virtual, terminas despertando siendo uno de los personajes? Y para volver todo más extraño y difícil, resultas ser la villana de la trama.
Esto le paso a Chloe Portman, quien después de comp...
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-Haruka por favor... ¡No me dejes aquí! -grité mientras corría detrás de él.
Cuando mis manos y rodillas se rasparon contra el caliente asfalto de la vereda, él se detuvo. Giro su cabeza hasta poder mirarme sobre su hombro, cuando creí que se volvería para ayudarme, se rio de mí y continuo corriendo en dirección a su casa.
Sentí el calor del sol chocar con mi espalda y como mis manos empezando a quemarse por el suelo. Me levanté rápidamente, tome mi oso de peluche y camine lento hacia mi casa aguantando las lagrimas y apretando con fuerza el oso.
Quizás no me vio...
Abrí los ojos y el dolor de cabeza no se hizo esperar. Esa era la cruda de la peda, más conocida como la resaca del día después de la emborrachera. Miré alrededor y estaba en mi habitación, no recordaba nada después de salir de aquel ruidoso lugar.
Mi cabeza dolía demasiado y lo único que quería era tomar algo para el dolor y seguir durmiendo unas cuantas horas más, y lo iba a hacer, de no ser porque apenas me levanté de la cama pise algo blando. Al mirar al suelo me encontré con una persona durmiendo en el suelo con una almohada, sin remera a un lado de mi cama.
-¿P-pero qué mierda...?-me alejé unos pasos y pude reconocer de quien se trataba
¿Qué mierda hace acá?
Lo toque con el pie, al ver que no reaccionaba lo zarandee hasta que se incorporó algo asustado, miró alrededor hasta que sus ojos claros se encontraron con los míos. Al verme no reaccionó en seguida.
-¿Se puede saber que haces en mi casa? -le pregunté evitando hacer mucho ruido.
-¿Cómo que qué hago? -pasó una mano por sus cabellos y suspiró. -¿No te acuerdas de nada o qué?
-Si me acordara, no te estaría preguntando, genio. -le di un pequeño golpe en la cabeza para que se despabilara.
-No es como si a mi me encantara dormir en el suelo. -chasqueo la lengua molesto.
-¡Mejor dime ya que haces en mi casa, Noah! -lo volví a zarandear.
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