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Judie en multimedia.

Judie:

No detengo mis pasos.

Mis pies siguen avanzando, aunque la multitud esta atrás de mi rodeando a ese hombre.

Pero no es cualquier hombre, cuando escuché que lo mencionaban, lo supe todo.

Scott Bramston.

Era Scott Bramston y no he sido capaz de reconocerlo, he sido fan de Dominic Bramston, su padre toda mi vida y...

Dios, que vergüenza.

No me detengo y por un instante me descuido, y doy con él, aunque logro esconderme, Zac ya me ha visto, pues se le ha borrado la sonrisa del rostro.

Zac le pide disculpas a la pareja con quien estaba hablando y viene directo hacia mí, cruza los pasillos y aprovecho el muro que nos distancia, para avanzar, sin embargo, solo doy un par de pasos.

—Judie.

Mierda.

Cierro los ojos y el vuelve a llamarme al no tener respuesta, con un tono autoritario.

—Judie Greir.

Doble mierda.

Me vuelvo hacia él. Zac junta ambas cejas y camina hacia mí, está molesto, muy molesto y hace notar ese enojo cuando me toma del brazo y tira de mi fuera del museo.






(***)







El fuerte agarre de Zac me hace apretar los ojos, me ha vuelta a sujetar una vez que llegamos a casa y no me deja ir hasta que cruzamos la puerta de mi dormitorio, me tropiezo, golpeándome la pierna sobre el filo de la cama y me vuelvo hacia él.

—¿Acaso olvidaste lo que me prometiste?

Su mirada denota la misma molestia que cuando me encontró, culpa mía, acepte no ir y aunque fue una mentira, se supone que solo iba a asistir un rato y debía evitar a toda costa cruzármelo, pero terminé chocando con Scott Bramston y..

Finalmente, con Zac.

—No, no lo he olvidado.

—¿Entonces por qué desobedeces?

Paso la saliva. —Es una exposición de arte... ¿Qué tiene de malo querer ir?

—Tiene de malo que hiciste una promesa conmigo y lo jodiste.—Permanezco callada, viendo como la vena le palpita en el cuello.—No quiero que me desobedezcas de muevo ¿Has entendido?

—No iba a hablar con nadie, Zac.

—¿Y crees que yo tengo tiempo para cargar contigo en esos eventos?.—Me detiene.—Maldita sea, Judie. Ya hemos hablado de esto.

Trago saliva.

—No puedo estar detrás tuyo, ayudándote a socializar.

—Y no me llevas por eso, porque crees que voy a hacerte quedar mal.

Zac guarda silencio y viene directo hacia mí.

—De alguna manera estoy protegiendote, Jud.—Me toma del rostro y sus dedos acarician mis mejillas.

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