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Judie:

Mi mirada no deja de recorrer el lugar ni bien nos adentramos en la galería de arte con estilo barroco, sobre todo por la estructura del techo y las pinturas que decoran el interior de las paredes que hacen contraste, es un lugar hermoso, elegante y el lugar donde también se llevará acabo la subasta.

Con disimulo mis ojos empiezan a buscar a Scott. He aprovechado que detrás de mi Zac le da indicaciones a los hombres que trasladan las pinturas al almacén y les exige que tengan cuidado.

¿El ya habrá venido?

Los ojos se me iluminan cuando reconozco su espalda, pero me siento decepcionada cuando ese hombre gira y no resulta ser Scott.

—¿A quién buscas?. —La voz de Zac me hace girar.

Tiene una copa en la mano, de la que tomo de las bandejas que llevan los caballeros con trajes de mozos y se acercan a los invitados.

—Judie.. —Me exige.—Sabes que no me gusta repetir las cosas.

—A nadie, yo...—Me detengo cuando se acerca a mí.

Sin mirarme, lleva la copa de vino a sus labios, la baja y su aliento me da en la cara.

—No me mientas.

No respondo y el empieza a tensarse.

—¿Por qué deseas desesperadamente verlo? Dime...

—Zac.

—Zac Michelson.

Es el.

Reconozco su voz y a mi mente viene los recuerdo de nuestra noche juntos, su voz ronca en mi oído susurrándome lo hermosa que soy, los ruidos sexuales, lo sexy que Scott Bramston suena al follar.

Las mejillas se me acaloran mientras veo al atractivo caballero pararse delante de nosotros, Scott lleva puesto un traje gris, a la medida y que lo ayuda a verse mucho más atractivo de lo que es ya que la musculatura de su cuerpo se marca muy bien en la tela, él tiene los primeros botones de la camisa sueltos y aunque es poca piel la que se escapa y aunque el traje ya hace su trabajo, esto suma un par de puntos más.

Zac alza las cejas con una ligera sorpresa, pero las junta, lo suficiente para dejar claro que le fastidia la presencia de Scott. Aun así, acepta el apretón de manos como saludo.

—¿Debo suponer que no has venido solo como observador o un comprador aficionado?—Sus manos se apartan.

—Las únicas pinturas que me aficionan son las mías, Bramston.

Scott sonríe. —No lo dudo, un hombre como tú se niega a aceptar y ver la belleza en otras obras.

—La belleza la tienen las mías. No necesito mirar a otra parte.

—Y aún así tengo dudas.

Zac frunce el ceño. —¿Dudas?

—De que un hombre como tú pueda pintar todo eso.

Zac se tensa, Scott mantiene una sonrisa. —No he venido a discutir, después de todo esta es una obra benéfica y accedo a una tregua de paz solo por esta noche.

—¿Qué tan importantes crees que eres para fastidiarme la noche?

—Feliz de verme no te ves.

—No voy a negar que me desagrada verte, pero ni mis sentimientos negativos hacia ti valen lo suficiente para perder mi tiempo.

—Opino igual.

—¿Y por qué estás aquí, Bramson?

—Por un solo motivo. —Scott gira la cabeza y pone los ojos en mí. —Vine a invitar a la hermosa mujer de vestido azul a que me acompañe a dar un paseo por el jardín antes de que empiece la subasta.

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