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Judie:

Abrir los ojos por la mañana y encontrar el cuerpo de Scott descansando a mi lado, me saco una sonrisa, que no acabo cuando el abrió los ojos.

Scott se sube encima, apoyándose con ambas manos sobre el colchón .—¿Dormiste bien?

Muevo las piernas.—Mucho.

Su mirada baja, se inclina hacia mi abdomen y reparte besos, hasta mi entrepierna. Me separa los muslos con una mano y se hunde entre ellas, la lengua de Scott roza suavemente durante la subida y me hace arquear la espalda cuando empieza a follar mi vagina hábilmente.

—Scott...—Jadeo su nombre y me muerdo el labio sonrojada.

Su lengua se hunde más y yo gimo, enterrándole las uñas en la cabeza. Levanto la mirada en el techo y mis labios forman una O, no controlo lo que sale de mi boca y pronto me veo gimiendo más alto gracias a la increíble lengua de este hombre.

Que bonita manera de despertar.






(***)





—Preferiría que no te vayas.

Quisiera quedarme, pero debo seguir con las pinturas. Zac aún no escoge cual ira a la subasta de caridad y ya que el dinero recaudado ira a gente que lo necesita, quiero esforzarme el doble en esta pintura.

Así tendré más oportunidades de que la compren.

Sonrio.—Te veré en la subasta de caridad. ¿No?

—Por supuesto.—Me toma de las mejillas y me planta un beso delicado.—Voy a echarte de menos.

—No es una eternidad, Scott.—Rio.

—Después de venerarte como anoche, no esperes que no te extrañe.—Su boca recorre mi mejilla y los ojos se me cierran.—En lo único que pienso es en nuestro próximo encuentro sexual.

El corazón se me agita, también lo espero mucho.

—No tendrás que esperar mucho.

Aparta su rostro y me mira a los ojos, sonrio encantada y me cuelgo de sus brazos, nos besamos perdidos el uno de otro y tengo tantas ganas de quedarme con él. De no irme de su lado nunca más.

Scott aprieta los dedos en mi rostro y me sonríe.—Hasta mañana, mi hermosa ninfa.

Quiero más de él.

Mucho más. 




(***)





—Hasta que te dignas a aparecer.—El tono elevado de Zac me hace temblar un poco. Ha estado bebiendo, me lo demuestra el trago que lleva en las manos.

Zac se levanta del mueble y se acerca al arco de la puerta de la sala, que es donde me encuentro parada.

Parpadeo y él le da un sorbo profundo a su trago, dejando solo los restos.

—¿Al menos me trajiste información o solo fuiste a fornicar con él por gusto?

—Zac...

—Cállate.—Me interrumpe.—No quiero oírlo. Y te deja claro la orden ¿No? Solo si era necesario.—Su mano va a mi rostro.

El tacto de Zac es totalmente diferente de el de Scott, después de anoche, de tener las manos de Scott sobre mí, puedo diferenciar bien el tipo de tacto que me da cada uno.

Ambos son dominantes, pero mientras Zac es brusco y busca ejercer fuerza, Scott tatúa sus caricias en tu piel, te venera como el día y te domina porque te hace desear tener más de él.

—Sí, Zac..—Miento. Ahora mismo siento que si le digo la verdad el...

—Bien.—Deja ir mi rostro de golpe y me da una orden.—Esas pinturas no se acaban solas y mañana...

—Lo se.

Juntas las cejas.—Quiero que la mejor pintura sea la mía. ¿Entiendes eso?

Trago saliva.

—Debe deslumbrar, más que las de Scott.—Suelta y mueve la cabeza en dirección al pasillo.—Ahora ve a terminarla.

No respondo y voy directo a donde planeaba ir apenas llegue.

—Y Judie.

Me detengo, más no me giro.

—Mañana no seas una decepción para mí.

Parto hacia mi habitación de trabajo y cierro la puerta antes de acercarme al lienzo. La pintura en la que trabajaba para la subasta era el de una mujer atrapada en los brazos de un hombre y de alguna manera representaba mi relación con Zac.

Creí que al estar inspirados en nosotros a él le gustaría y a mí me gustaba en su tiempo mientras la hacía, pero ya no me siento identificada con ella.

Visualizo más profundo la imagen y ubico los ojos en el rostro de la mujer, triste y melancólico.

Ella no es feliz.

¿Por qué me pinte así?

Retrocedo y voy por mis materiales, vaceo sobre la paleta los colores que usare y mezclo los que creo que harán contraste. Unto el pincel sobre el color y lo acerco al lienzo.

No cambio el rostro, ni la dirección a la que observa la mujer, la cual parece mirar hacia la esquina o el frente, no se distingue bien, lo pinte así para libre interpretación de los espectadores.

Mi mirada baja a sus brazos, los cuales debía pintar rendidos ante la fuerza del hombre, pero en lugar de acabar sus brazos aceptando el amor del hombre de mi pintura, cambio la dirección de estos.

Siento que quizás me arrepienta, pero cuando inicio los primeros trazos y cuanto más avanzo, más me termina gustando como queda.

Acabo y nunca me sentí tan conforme con una pintura como esta.

¿La amaran? Yo la amo.

Y quiero que en la subasta todos amen esta pintura. 



Esa pintura traerá problemas.

Nos leemos.

>>Yiemir.

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