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Scott:

—¿Entonces señor Bramston esta mujer que describe es tan talentosa?

Sonrio con el rostro de mi ninfa clavado en mis pensamientos.—Lo es. Le sorprenderá lo excelente que es.

—Y usted lo reconoce, eso es lo más admirable.—El hombre me observa con asombro.—Si un Bramston ve el arte en algún lugar, no debo ignorarlo.

Me mantengo callado, calmado por la decisión coherente de este sujeto y nunca antes estuve tan orgulloso de hacer uso a mi beneficio este apellido como ahora.

—Era un admirador de su padre y por supuesto que lo soy de usted.—Me extiende la mano, la cual recibo con un apretón.—Señor Bramston, me gustaría conocer a esta mujer maravillosa que describe y por supuesto que me fascinaría conocer su arte.




(***)




Regreso a casa al acabar mi reunión con el hombre, con quien acabado una vez la plática con mi ninfa, me senté a escuchar lo que tenía que decirme y los halagos hacia mi padre.

Cruzo la puerta, la cual me abre una de las mujeres de la servidumbre. Me encuentro a Luka, quien me recibe al pie de la escalera.

—¿Judie?

Él pone la mirada en el techo y cuando voy a dar un paso sobre la escalera, me sujeta del brazo.

—Antes hay algo que debo decirte, Scott.

—Dilo entonces.

Luka duda y supongo que algo anda mal. Mis cejas se juntan y aparto el brazo, aunque es Luka quien me deja ir.

—¿Qué le paso a Judie?






(***)





Tengo los puños apretados mientras me dirijo a la habitación donde descansa mi ninfa, la saliva me pesa y mis pasos se sienten pesados. Mi corazón se agita con presión y estoy a nada de ir a la casa de ese fracasado a advertirle a base de golpes que no debe tocarla, ni física, ni emocionalmente.

Abro la puerta y mi ninfa, quien se encuentra acostada sobre la cama, se sienta sobre esta y apenas inicio mis pasos hacia ella, el enfado comienza a creer más en mí.

Y sobre todo mis ganas de darle una lección al hijo de puta de Zac Michaelson.

—Scott...

Judie tiene los ojos rojos y las mejillas manchadas de lágrimas secas y apenas visibles.

—¿Qué carajos te hizo es...

No alcanzo a finalizar la pregunta cargada de enojo, Judie se levanta y de inmediato me rodea el cuerpo con los brazos, toda su esencia tiembla en mis brazos y puedo notar los sollozos que empiezan a crecer con rapidez.

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