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Judie:

Cruzo la entrada del museo, mientras mis ojos miran a ambos lados y es ahora cuando hubiera deseado especificar el lugar donde nos veríamos.

Sujeto el folleto que me entregaron en la entrada y paso la saliva, hay menos personas como lo supuse y no debería serme difícil encontrarlo. Visualizo la hora, las 10 en punto.

¿Scott Bramson es un hombre puntual o quizás deicidio no venir?

Tranquila, Judie.

Es temprano.

¿Por qué mi corazón ha empezado a acelerarse?

Me llevo una mano al pecho y comienzo a recorrer el museo, mis pasos siguen desde la sala principal a los pasillos, hasta ubicar la pintura de la ninfa en una de las paredes.

¿Realmente me ha dibujado?

El nivel rápido de mis latidos no disminuye, me aprieto el pecho y el calor sube a mis mejillas, sin que él se encuentre aquí.

¿Qué me ocurre con este hombre?

Jamás me había pasado.

¿Por qué tengo tantos deseos de verlo?

No lo conozco, no me conoce.

"Tenemos toda una vida para conocernos".—Sonrio con el recuerdo de sus palabras, bajo la mano y entonces escucho pasos detrás, para enseguida oír la voz que me hace sonreír.

—Ninfa.

Aparto los ojos de la pintura y me vuelvo hacia su dueño, su creador.

Scott Bramston.

—Si viniste.—Pronuncio sorprendida.

—¿Dudaste?.—Pregunta acercando sus pasos a mí. No lo aparto y el no de detiene.

Dejo que me bese y no batallo por cerrar los ojos, me vencen mientras mis manos van directo a su pecho, el beso de Scott esta vez es cálido, pero también con su toque de pasión, nuestras lenguas se encuentran y el beso sube de nivel cada segundo que paso atrapada sobre sus brazos.

Jadeo separando su boca de la mía, Scott hace presión con sus dedos sobre mi cara y me sonríe.—Hola..

—Hola.—Respondo riendo.

Me da un beso más y se da cuenta donde estamos, y la hora que es.

—¿Quieres que vayamos a otro lugar?

Solo asiento con la cabeza.





(***)





Recibo mi taza de café de la camarera y Scott también, enseguida me vuelvo hacia ella.

—Gracias.

Con una sonrisa, me responde.—A ustedes.

Se retira y regreso los ojos al hombre que no ha apartado la mirada de mi ni un solo segundo. Me vuelvo hacia el pintor y le hago un gesto.

¿Por dónde debería empezar?

Nosotros...

—Cuéntame algo de ti, Ninfa. Quiero oírlo todo.—Me pide.—¿Dónde creciste?

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