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Scott:

Odio la mentira.

Y la mierda de esconder algo. Para mi es prácticamente lo mismo, la misma mierda con diferentes palabras, a mí me dices la verdad o solo cortas relación conmigo.

Sin embargo... ¿Qué hago cuando la persona que me tiene jodido es quien no me dice las cosas?

Y no es la primera vez que lo hace.

—¿Ella sabe que tú...

—No, no señor.—Me contesta Luka, mantengo la mano presionada al móvil y estoy acumulando el enojo dentro de mi desde que me dijo que Judie y Zac están compartiendo la misma fundación.—No sabe que llegue antes y lo vi.

—Y ella no me lo ha dicho. —Aprieto los dientes y tomo un respiro profundo.

—¿Quiere que le..

—No, no lo hagas. —Trago con pesadez, olvidándome de la sensación de decepción.—Quiero que ella misma me lo diga.

—Como ordene, señor.

Va a colgar, pero lo detengo.

—Mantente alerta. —Le pido. —No quiero que él se atreva a dañarla.

Tengo unas ganas enormes de mandar esto a la mierda y volver.

—Como usted ordene, Señor.

Corto la llamada y me meto el móvil al bolsillo. Aún tengo el malestar atorado en la garganta.




(***)




—Scott Bramston.

Y ese malestar volvió a crecer.

Dos hombres de rasgos singulares me interceptan en el museo, vestidos de traje y con un rubio amarillento en sus cabezas y las expresiones tensas, expresiones con las que ya he tratado antes y por ello se lo que viene.

Hago un gesto de saludo.

—Mi nombre es Alexei Záitsev, y él es Seryei Vasíliev. —Rusos. —Es un placer conocerlo y verlo aquí.

Seryei toma la palabra. —Cuando dijeron que un Bramston estaría aquí, ver para creer.

Alexei me ofrecen un apretón el cual termino aceptando.

—Debe ser muy sorprendente para usted que quede un Bramston. —Comento sin interés.

La expresión que tiene cambia por ligera sorpresa y yo mismo término el apretón, para dárselo a Seryei.

—Tenemos entendido que será juez este viernes.

—Creo que es algo que quedo claro en cada publicidad. —Sobre todo a las afueras del museo.

Abelard en serio se benefició con esto, va a exprimir mi apellido hasta la última gota  mientras permanezca aquí, aunque tampoco lo culpo por hacerlo. Era el trato, estoy aquí cumpliendo la promesa de mi padre y yo me beneficio con cualquier oportunidad que se me presente en un lugar como lo es Francia.

Sin embargo siempre es lo mismo, las razones de todos el jodido apellido y la descendencia Bramston. 

—Señor Bramston, quisiéramos hacerle una propuesta.

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